Separados durante 1.000 años, dos guerreros vikingos de una misma familia fueron reunidos este miércoles en el Museo Nacional de Dinamarca en Copenhague, un acontecimiento que aporta una nueva luz sobre los desplazamientos por Europa.
A principios del siglo XI, uno murió en Inglaterra a causa de heridas en la cabeza y fue enterrado en una fosa común en Oxford. El otro murió en Dinamarca y su esqueleto presentaba señales de golpes que sugerían que había participado en batallas.
Una cartografía del ADN de los esqueletos de la época vikinga (entre los siglos VIII y XII) permitió fortuitamente descubrir que eran parientes en segundo grado.
"Es un gran descubrimiento porque ahora se puede rastrear los movimientos a través del espacio y el tiempo por medio de una familia", explicó a la AFP la arquéologa Jeanette Varberg, del Museo Nacional.
Durante más de dos horas, dos de sus colegas reconstruyeron el esqueleto de un hombre de unos 20 años, a partir de unos 150 huesos prestados por el Museo de Oxfordshire durante tres años.
El consenso histórico en la materia es que los antepasados de los daneses habían invadido Escocia e Inglaterra.
El joven "puede haber sido abatido durante una incursión vikinga, pero otra teoría es que fue víctima de un decreto real del rey de Inglaterra Aethelred II, que había ordenado en 1002 que todos los daneses de Inglaterra fueran asesinados", dijo Varberg.
Según ella, es muy raro descubrir vínculos de parentesco entre diferentes esqueletos, sobre todo si no se trata de soberanos.
Aunque el parentesco es indiscutible, es imposible determinar la relación exacta entre los dos hombres.
"Es muy difícil decir si vivieron en la misma época o si quizás haya una generación de diferencia, porque no hay ningún elemento en las tumbas que pueda dar una datación precisa, así que hay un margen de más o menos 50 años", explicó la arqueóloga.
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