CIUDAD DE MÉXICO (AP) — El objetivo de la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris en su reciente viaje a Guatemala y México no fue tanto lograr un acuerdo como enviar un mensaje.
Ese mensaje fue a los migrantes: no vengan a Estados Unidos. Habló de la corrupción y de cómo desestabiliza a los gobiernos, y le habló a los gobiernos de la región, sobre la necesidad de aumentar la vigilancia en sus fronteras.
Harris concluyó el periplo sin lograr acuerdo alguno sobre límites a la inmigración ilegal o sobre maneras de facilitar la inmigración legal. Pero a la vez, no cometió ningún error significativo.
Fue su primer viaje internacional como vicepresidenta y un primer paso para establecer su protagonismo en un tema de política exterior que ha plagado a todos los presidentes estadounidenses desde por lo menos Ronald Reagan.
Pero si bien el viaje le ofreció la oportunidad de presentarse en el escenario internacional como representante del gobierno de Joe Biden en un tema importante, también subrayó la naturaleza ambigua de su asignación, la de encarar las causas de raíz de la emigración de centroamericanos hacia Norteamérica.
Harris salió de sus reuniones con los presidentes de México y Guatemala con promesas de trabajar juntos para fomentar el desarrollo económico y luchar contra el tráfico ilegal de personas, el contrabando y la corrupción. Pero a la vez enfrentó interrogantes sobre su decisión de no visitar la frontera entre Estados Unidos y México. Los republicanos han utilizado el hecho de que ni Biden ni Harris han visitado la frontera para acusar al gobierno de ser negligente en el tema.
Pero las críticas han venido de la izquierda también, por el mensaje de Harris a los migrantes: “No vengan”, les dijo, mencionando los peligros de la travesía y el compromiso del gobierno de Biden para reforzar la seguridad fronteriza.
Alexandria Ocasio-Cortez, representante demócrata por Nueva York, calificó dichas declaraciones de “decepcionantes” y destacó que es legal pedir asilo.
Si bien voceros de la Casa Blanca han tratado de aclarar una y otra vez que el viaje de Harris se centraba únicamente en hallar soluciones diplomáticas al problema migratorio, la vicepresidenta se vio obligada a pasar parte del tiempo defendiendo sus decisiones.
“Sería muy fácil decir ‘Viajaremos a tal lugar y resolveremos el problema’ pero no creo que nadie piense que ésa será la solución”, comentó Harris.
Su debut internacional fue complejo, al tratar de ahondar en las causas de fondo por las que tanta gente lo deja todo para emprender una peligrosa travesía hacia el norte, ya sea para tratar de cruzar la frontera ilegalmente o para buscar asilo.
Harris suele mencionar su creencia de que “la mayoría de la gente no quiere abandonar sus hogares”, tal como dijo en su reunión con el presidente guatemalteco Alejandro Giammattei. Afirmó que desea restaurar la esperanza en la región para que la gente no se vea forzada a huir al norte en busca de mejores oportunidades económicas.
Las críticas que recibió tanto de republicanos como demócratas reflejan la volatilidad política del tema y la dificultad que enfrenta Harris en hallarle solución a un problema que se ha agravado en meses recientes.
Los cruces fronterizos ilegales han aumentado desde abril de 2020, luego que el entonces presidente Donald Trump recurrió al argumento de la pandemia para negar todos los pedidos de asilo, pero se han incrementado aun más bajo la presidencia de Biden.
Biden inmediatamente anuló muchas de las duras medidas aplicadas por Trump, particularmente la que obligaba a los solicitantes de asilo a esperar en México, a veces en condiciones precarias, para su cita con los tribunales en Estados Unidos.
Las autoridades fronterizas estadounidenses encontraron casi 19.000 menores no acompañados en marzo, la cifra mensual más alta hasta la fecha. En total, hubo más de 170.000 intercepciones en la frontera en abril, la cifra más alta en más de 20 años. Los números no son totalmente comparables ya que ser detenidos bajo normas relacionadas con la pandemia no acarrea consecuencia legal alguna, con lo que los migrantes pueden seguir intentando cruzar la frontera.
Aun así, analistas elogiaron a Harris, señalando que mientras los republicanos tratan de reducir el tema migratorio a la situación en la frontera, la vicepresidenta parece haber entendido la complejidad del problema.
“El que crea que hay una solución mágica para este problema vive en un mundo de fantasía”, estimó Eric Olson, director de políticas de la Seattle Foundation, dedicada a estudiar temas de administración pública en Latinoamérica.
“Es muy poco lo que se puede hacer para detener la migración a corto plazo. Mejor es reconocer eso y ponerse a trabajar para encarar las causas a largo plazo”, añadió.
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El corresponsal Calvin Woodward en Washington contribuyó para esta nota.