Al igual que miles de traductores que han trabajado para las fuerzas de la OTAN en Afganistán, Nazir Ahmad teme por su vida cuando la alianza transatlántica retire sus tropas en septiembre.
"La situación se está deteriorando con la salida de las fuerzas extranjeras", prevista para el 11 de septiembre, dice a la AFP este traductor de 35 años.
"Tenemos miedo de los insurgentes. Conocen nuestras caras", agrega.
Ahmad, que ahora vive en Kabul, trabajó con el ejército británico durante dos años en la provincia de Helmand, en el sur del país, y ahora pidió que lo envíen al Reino Unido.
"Los insurgentes, especialmente los talibanes, se vengarán y nos cortarán la cabeza", teme, y explica que el grupo yihadista los considera "espías" y "aliados extranjeros".
El gobierno británico anunció el lunes que está acelerando la reubicación de su personal afgano, prometiendo dar prioridad a la repatriación de cualquier empleado que se sienta amenazado, trabaje para él o no.
El Reino Unido, que ya ha reubicado a 1.358 afganos en su territorio en el transcurso de los 20 años de conflicto, calcula que más de 3.000 personas más deberían beneficiarse de este programa.
- Tratados como "infieles" -
Pero este no se aplica a los exempleados despedidos como Ahmad, que lo fue en 2012. Los despedidos por una falta leve podrán probar suerte, pero los demás, considerados una amenaza para la seguridad del territorio, quedarán excluidos del programa.
"Me echaron porque tenía un viejo teléfono Nokia sin cámara cuando patrullaba con las fuerzas británicas", explicó, y añade que amigos suyos fueron despedidos por otras infracciones menores, como llegar tarde.
Según el gobierno británico, 1.010 traductores fueron despedidos entre 2001 y 2014, un tercio de los empleados en ese periodo.
"Pusimos nuestras vidas en peligro. Ahora somos considerados infieles que buscan la ciudadanía británica", se lamenta Ahmad.
"El tiempo apremia", considera el coronel retirado Simon Diggins, que ahora es miembro de la Alianza de Intérpretes Afganos de Sulha. Este exagregado militar británico en Kabul teme que no se pueda reubicar a todo el personal afgano en tan poco tiempo.
También afirma que hay errores de trato y una gestión "excesivamente deficiente" del personal local y considera "razonable exigir una revisión justa, transparente, urgente e independiente de los casos de todos los despedidos".
- "El mayor error de mi vida" -
Por parte de Estados Unidos, las visas acordadas para entrar en el país se han reducido drásticamente en los últimos años y las autoridades afirman que algunos extremistas se hacían pasar por traductores para infiltrarse en Norteamérica.
Según un portavoz de la Embajada de Estados Unidos en Kabul, unos 18.000 afganos siguen esperando que se tramiten sus solicitudes de visa especial. Esa cifra es igual al número de trabajadores afganos que han recibido visados en las dos últimas décadas, según un informe de la Universidad de Brown publicado en abril.
"Me han abandonado y ahora mi vida está en peligro", dice Omar, que no da su apellido por miedo a las represalias. Trabajó para el Tesoro estadounidense en Afganistán de 2002 a 2009 y luego en el departamento de visados de la embajada de 2010 a 2012, pero sigue esperando que se apruebe su solicitud para emigrar a Estados Unidos.
A diferencia de la mayoría de sus compañeros de entonces, que ya están instalados en América, él había sido despedido tras no superar la prueba del detector de mentiras.
"Me preocupa mi vida y la suerte de mis hijos. Si me pasa algo, no habrá pensión para mi familia", afirma, ocultando su rostro con una mascarilla y un pañuelo.
Washington "reconoce su deuda con quienes se juegan la vida por Estados Unidos", asegura Ross Wilson, encargado de negocios de Estados Unidos en Kabul, que considera una "obligación moral" ocuparse de los casos atrasados.
Las autoridades están acelerando el proceso de evaluación "lo más rápidamente posible", añade.
Pero el esfuerzo llega demasiado tarde para el personal local en riesgo, estima Omar.
Este traductor se planteó viajar a Europa por su cuenta, pero la pandemia hizo imposible el viaje. "Me arrepiento de haber trabajado para Estados Unidos en Afganistán", dice. "Fue el mayor error de mi vida".
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