Los deportistas no tienen problemas en hablar de sus lesiones, siempre y cuando se limiten a mostrar un moretón, una venda, un yeso o unos rayos x. Algunos se aventuran incluso a pronosticar cuándo volverán a jugar. Pero hablar de sus traumas psicológicos, esa es otra historia.
O al menos lo era hasta que Naomi Osaka tuvo la osadía de retirarse del Abierto de Francia tras una serie de confrontaciones con las autoridades del deporte, diciendo que le preocupaba su bienestar. Fue la primera vez que una figura de primer nivel se marginó de una competencia grande sin sufrir lesiones físicas aparentes.
Otras figuras, incluido el fenomenal nadador Michael Phelps, han hablado en público sobre sus problemas psicológicos. Generalmente lo hacen ya retirados. Otros jamás hacen públicos los tormentos que vivieron.
Pero nadie tuvo la repercusión que ha tenido esta medida de Osaka, en parte por lo que hay en juego y por su pelea pública con los dirigentes en las redes sociales. Hasta dónde llega esto puede depender de Osaka, que a los 23 años ya ha ganado cuatro títulos grandes del tenis; de si otros deportistas la imitan y de la reacción del deporte y de los aficionados.
“Cuando alguien se rompe los ligamentos anteriores cruzados, son de seis a ocho meses de inactividad. Eso se sabe. Todos queremos siempre un número específico asociado con el problema. Pero eso no funciona así con los trastornos mentales”, expresó Wendy Borlabi, psicóloga de Chicago que trabaja con deportistas de elite.
“Todos somos diferentes. Sin embargo, queremos que nos digan ‘esto es lo que tienes que hacer para mejorar’”, manifestó. “Con los trastornos mentales las cosas no son tan sencillas. No hay una receta que funcione con todo el mundo”.
“Pero cuanto más hablemos abiertamente de ellos, más se deja atrás el estigma, sobre todo en el deporte. Esta es una gran oportunidad”.
Expertos en salud mental que trabajan en el deporte dicen que la visibilidad de los deportistas es una bendición y una maldición a la vez. Carecen de privacidad y cada vez que presentan una nota de un médico pidiendo un descanso, es analizada con lupa. Imagínese tener un mal día en el trabajo y luego tener que enfrentar una docena de micrófonos para explicar lo que pasó, una y otra vez.
Los mismos especialistas dicen que, cuando un deportista empieza a manifestar que algo no funciona, ya hay un trastorno mental.
“Ese es el problema de la salud mental en el deporte”, dijo Ross Flowers, psicólogo deportivo de San Diego que atiende a deportistas olímpicos y otras figuras del deporte.
“Los deportistas generan atención porque están por encima del promedio en su campo y a veces nos olvidamos de que son seres humanos antes que nada”, agregó. “Se supone que son figuras dominantes, que no pueden mostrar vulnerabilidades. Y en la mayoría de los casos no nos enteramos de que sufren hasta que ese sufrimiento se manifiesta en su comportamiento”.
“Por eso lo que hizo Naomi requiere mucho valor. Intervino tempranamente. Se dio cuenta de que algo no funcionaba y dijo, ‘quiero rendir al máximo y no puedo hacerlo en estos momentos’”.
Sería bueno que la gente que maneja el deporte se preparase para confrontar los traumas psicológicos de los deportistas. La mayoría de los deportistas están de acuerdo en que hay que hablar con la prensa para darle más visibilidad al deporte, pero muy pocos disfrutan hacerlo.
Petra Kvitova, ganadora de dos torneos de Grand Slam, nos recordó lo duro que puede ser tener que hablar con la prensa: Debió retirarse del Abierto de Francia al caerse y torcerse un tobillo después de participar en una conferencia de prensa, como exige el torneo.