Aprender chino en China es un deseo que ocupa un lugar destacado en mi lista de planes. Al mismo tiempo, se trata de un proyecto muy difícil de realizar en épocas de pandemia. Por otro lado, ya nos hemos acostumbrado a las videoconferencias. Entonces, ¿por qué no probar las clases de idiomas a través del ordenador y la cámara web? Buscando en Internet, me topo enseguida con el sitio web New Chinese (www.new-chinese.org). Envío una solicitud y poco después llega a mi buzón un enlace de zoom para mi primera clase con Wu Shuai, de Pekín. Lunes, 13:00 horas: un clic y la profesora china aparece en la pantalla de mi ordenador. Una breve ronda de presentaciones, dos o tres preguntas sobre el nivel de idioma, y estamos listas para empezar. No hay ningún tipo de malentendidos. Wu Shuai, de 24 años, está a punto de graduarse como profesora de chino y es licenciada en alemán. Mi flamante profesora comparte su pantalla para que juntas podamos visualizar el material de aprendizaje. Al mismo tiempo, escribe en el chat las palabras nuevas que surgen durante la conversación. Al cabo de unos minutos, el hecho de que estemos hablando a través del ordenador pasa a un segundo plano. Mi conclusión: funciona, la profesora se ha adaptado a mi nivel en un abrir y cerrar de ojos. Las clases son profesionales y, sobre todo, con apoyo de habla alemana, en mi caso. Hay un número increíble de opciones para aprender lenguas extranjeras en línea y cara a cara. Otro proveedor es Italki (www.italki.com), que ofrece una enorme variedad de cursos. Además de los idiomas más hablados, como el inglés, el español y el francés, se pueden elegir lenguas poco comunes, por ejemplo, el jemer, el bengalí o el vasco. Como los profesores se presentan con un breve vídeo, el interesado ya tiene una idea aproximada del acento y la velocidad de dicción. En cuanto al precio, prácticamente todos los cursos son bastante accesibles. Esto se debe, entre otras cosas, a que no todos los profesores son profesionales, sino tutores nativos, es decir, legos, y fijan sus propios honorarios. En las clases, por lo tanto, no se hace tanto hincapié en la pedagogía perfecta —lo que no significa que los profesores sean malos—, sino en la oportunidad de hablar y practicar el idioma. Gracias al calendario integrado puedo ver cuándo y qué tutor tiene todavía fechas libres. El pago se realiza a través de Paypal, transferencia bancaria o tarjeta de crédito al operador del sitio web. Primero concierto una hora con Ana: quiero aprender catalán para las próximas vacaciones en Barcelona. La ex secretaria lleva dando clases desde su casa desde el inicio de la pandemia de coronavirus y entretanto se dedica por completo a las clases online. Tras una breve charla, pasamos directamente al grano, pero en inglés y español. Después de una hora, estoy en condiciones de mantener una primera conversación corta en catalán. Y de paso he desempolvado mis casi olvidados conocimientos de español, lo que no está mal. Finalmente me permito un suplemento exótico: una hora de bengalí, desde un pequeño apartamento en Calcuta. Quien crea que la demanda de este raro idioma es baja, se equivoca. El estudiante Protyush lleva mucho tiempo practicando con extranjeros que no saben ni una palabra de su lengua. La demanda de enseñanza e intercambio de idiomas en línea parece ser enorme a nivel internacional. En Preply (www.preply.com) hay, solo para inglés y francés, más de 10.000 profesores para elegir, y normalmente están todos reservados. A cada profesor se le asigna el número de alumnos actuales, así como la cantidad de clases ya realizadas. LingQ (www.lingq.com/de) funciona sin contacto personal. Especifico el idioma y la intensidad deseada, elijo cinco campos de interés y recibo lecciones y textos diarios. Marco el vocabulario desconocido y hago que me lo reproduzcan una y otra vez. Hasta 20 palabras son gratis. Después, dependiendo del programa, se paga una pequeña suscripción mensual. También se pueden reservar clases en directo. Además de todas estas ofertas comerciales, también existen verdaderos portales de intercambio en línea que organizan contactos lingüísticos privados. Ejemplos: My Language Exchange (www.mylanguageexchange.com) y el Polyglot Club (https://polyglotclub.com). El intercambio con los compañeros de idioma seleccionados se realiza en línea, o bien por chat, chat de voz o correo electrónico. No hay que descartar que tras los perfiles se oculte algún que otro anuncio personal, pero esto debe ser generosamente pasado por alto. De vez en cuando, también es divertido aprender sin contacto personal y con pequeños juegos y ejercicios. La aplicación Duolingo (www.duolingo.com), por ejemplo, ofrece para hispanohablantes cursos en más de diez idiomas. ¿Y que se hace en un día de pereza cuando preferimos darnos un atracón de Netflix? Muy simple: con "Language Learning with Netflix", una extensión gratuita del navegador Chrome, las películas seleccionadas se pueden ver con subtítulos en la lengua que se quiera aprender y generar pausas automáticas al final de las frases. La plataforma ofrece un catálogo en línea con todas las películas disponibles. Así es como, para un próximo viaje, no hay excusa para no aprender al menos algunas palabras y expresiones básicas del idioma local. dpa