Una exposición en el Centro Pompidou-Metz, en el este de Francia, celebrará hasta el 30 de agosto a Marc Chagall, "el pintor que amaba las vidrieras".
Titulada "Marc Chagall, passer de lumière" ("Marc Chagall, pasando la luz"), esta exposición se centra en este "maestro de los colores que renovó el arte sacro" a mediados del siglo XX, según Elia Biezunski, su comisaria.
La muestra conmemora el 800 aniversario de la catedral de la ciudad de Metz, que el artista iluminó con sus vidrieras.
"Chagall dialogaba con los maestros vidrieros que interpretaban sus modelos como los músicos interpretan las partituras. Luego llegaba detrás y ponía su marca", explica Biezunski.
La exposición reúne unas 250 obras, dibujos, pinturas, esculturas, grabados, vidrieras y collages (maquetas), entre otros, que demuestran que Chagall (1887-1985), nacido en Vitebsk (Bielorrusia), llegado a París hacia 1911, pasó por todas las corrientes (fauvismo, cubismo, suprematismo...) sin adherirse a ninguna.
"A veces se le consideraba un marginal", observa la comisaria, porque se "alimentaba tanto de los colores del fauvismo como de los colores de los grabados populares rusos de su infancia que yuxtaponen colores muy contrastados", los llamados lubki.
Como judío, Chagall tenía una relación especial con la religión y no se consideraba religioso" sino "místico".
Las vidrieras de Chagall en Metz a partir de 1959 no fueron fáciles de realizar. El ministro de Cultura de la época, André Malraux, tuvo que insistir en que el proyecto se llevara a cabo.
"Confiar las decoraciones de las iglesias a un artista de otra religión o a un agnóstico fue una revolución", observa la comisaria.
Actualmente esta modernidad sigue permitiendo que el edificio sea uno los más visitados de Francia.
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