Por Agustin Geist y Miguel Lo Bianco
BUENOS AIRES (Reuters) - Ernesto Fabián Aguirre, sepulturero del cementerio Memorial de Pilar, en los suburbios de Buenos Aires, dice que siente que va todos los días a una batalla a medida que aumenta el número de muertos por coronavirus en el país en medio de una nueva ola de infecciones.
Los trabajadores funerarios del país están amenazando con un paro nacional en demanda de ser vacunados contra COVID-19, una prueba para el gobierno del país sudamericano que se ha enfrentado a retrasos en su campaña de inoculación.
"Es una guerra que uno tiene diariamente en este lugar", dijo Aguirre a Reuters.
"En sí, el miedo está, por eso queremos que llegue la vacuna para todos para que al menos, vivir dos años más", dijo con una risa irónica.
Argentina experimenta una fuerte segunda ola de la pandemia, llegando a un promedio récord de más de 450 muertos por día, lo que la sitúa entre las cinco peores del mundo. El país ha registrado más de 70.000 muertes desde que comenzó la pandemia. Los nuevos casos diarios están apenas por debajo de los 25.000, lo que ha provocado peticiones de establecer restricciones más estrictas.
Mientras tanto, la campaña de vacunación del país solo ha inoculado completamente al 4,5% de la población y el 18% ha recibido al menos una dosis, según un análisis de Reuters. Con un promedio de 132.000 dosis al día, se necesitarán otros 69 días para inocular otro 10% de la población.
El sindicato argentino que representa trabajadores de cementerios, crematorios y funerales ha amenazado con una huelga nacional si no alcanza con el Gobierno un acuerdo sobre las vacunas. La medida de fuerza podría entrar en vigencia esta semana después de que finalice un período de conciliación obligatoria.
El protocolo de entierro para las víctimas de COVID-19 implica desinfectar y manejar el ataúd, donde los trabajadores deben usar equipo de protección que incluye trajes para el cuerpo, mascarillas, gafas y guantes.
"Es un trabajo muy duro día a día y me gustaría si se pudiera que nosotros seamos vacunados porque día a día tenemos que cuidarnos mucho y está muy bravo el tema del Covid", dijo Juan Polig, encargado del cementerio.
Polig explicó que más allá del riesgo físico de contagio, los trabajadores tuvieron que lidiar con el dolor emocional de consolar a familiares y tener que restringir cuántos miembros pueden visitar la tumba debido a las medidas del protocolo COVID.
"Es muy triste y complicado", dijo.
(Reporte de Miguel Lo Bianco y Agustín Geist; Escrito por Eliana Raszewski; Editado por Adam Jourdan y Walter Bianchi)