BALTIMORE (AP) — Bob Baffert no está presente esta semana en el hipódromo de Pimlico. Sin embargo, su sombra se proyecta no sólo en la carrera Preakness, sino en toda la Triple Corona y el hipismo.
Esta época debía deparar sólo celebraciones y buenas expectativas para Baffert, quien ha sido el rostro del éxito en este deporte, con un currículum que incluye dos conquistas de la Triple Corona. Dio recién una gran sorpresa en el Derby de Kentucky y está buscando un récord con lo que sería un octavo triunfo en Preakness.
Pero Medina Spirit, el caballo ganador del Derby, dio positivo del esteroide betametasona en una prueba aplicada después de esa carrera. Y ello ha puesto a Baffert y al hipismo bajo la mira por motivos indeseables.
“Todo el ambiente ha cambiado”, dijo el miércoles D. Wayne Lukas, entrenador rival de Baffert pero quien es su amigo. “El entusiasmo y toda esa emoción no están aquí. Y eso es malo para este negocio”.
Lukas trató de hablar con Baffert para convencerlo de que viajara a Baltimore para supervisar los preparativos de Medina Spirit y Concert Tour. En vez de ello, los caballos de Baffert están bajo el cuidado del asistente Jimmy Barnes y de miembros de la Comisión Hípica de Maryland, quienes fijaron las condiciones para que ambos pudieran correr el sábado.
Las condiciones incluyen también análisis antidopaje adicionales y una vigilancia celosa.
Si tres rondas de pruebas no arrojan resultados positivos, Medina Spirit sería favorito en Preakness. Y de ganar, habrá conquistado dos de las tres carreras que conforman la Triple Corona.
Así, se abriría la puerta para que fuera el tercer caballo de Baffert que lo gana todo en los últimos seis años. Pero semejante hazaña quedaría empañada por la sorpresa.
“Ciertamente esto ha alterado la dinámica de Preakness de una manera considerable”, opinó Randy Moss, analista de NBC Sports. “Era una historia cálida, agradable y que nos hacía sentir bien, sobre un caballo vendido como añojo por 1.000 dólares y que de algún modo desafió los pronósticos para ganar el Derby de Kentucky. Ahora, se ha hundido en profundidades en que nadie lo quiere ver en el hipismo”.
Y en vez de que Baffert se pavonee frente a las caballerizas de Pimlico, con sus características gafas oscuras mientras charla con Lukas, fue Barnes quien debió conceder una breve entrevista, en la que abundó la misma respuesta.
“Sin comentarios”, dijo cuando se le inquirió sobre el estado de ánimo de su jefe o acerca de si Medina Spirit recibía aún tratamiento por un supuesto problema en la piel, que habría sido la causa de que se le suministrara un ungüento antimicótico que, según dijo Baffert el martes, fue la posible fuente de los esteroides.
Muchos querían hablar de la quinta infracción en que ha incurrido Baffert con sus caballos en poco más de un año.
Marty Irby, activista de la organización Animal Wellness Action, fue uno de ellos.
“Baffert debería estar extraordinariamente alerta de todas las sustancias que terminan en los caballos que controla”, dijo Irby, quien exigió una política de tolerancia cero en la materia.
Baffert no enfrenta acusaciones de dopaje intencional que involucre drogas que mejoran el rendimiento. Ello lo distingue de entrenadores como Jason Servis y Jorge Navarro, quienes sí encaran esos cargos.
Sin embargo, el caso constituye otra mancha en la carrera de Baffert. Evidencia que, en el mejor de los escenarios, su establo no presta la debida atención a los medicamentos que suministra a sus cotizados purasangre.
“El hecho de que él no supiera ni quisiera que esto estuviera en el caballo no cambia por un instante el hecho de que esto sí estaba ahí”, dijo la doctora Mary Scollay, directora ejecutiva del Racing Medication & Testing Consortium. “El hecho de que él no haya querido violar la ley no significa que no la haya violado”.