Adiós a un renovador del arte en México, Vicente Rojo

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HANDOUT - El pintor y escultor Vicente Rojo posa frente a una de sus obras al recibir la Medalla Bellas Artes de México en 2011. Rojo, nacido en Barcelona y nacionalizado mexicano, murió el 17 de marzo de 2021 en Ciudad de México. Es considerado uno de los grandes representantes del arte abstracto en México. Foto: Cortesía/Secretaría de Cultura de México/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial en relación con la cobertura actual de este tema y mencionando el crédito completo
HANDOUT - El pintor y escultor Vicente Rojo posa frente a una de sus obras al recibir la Medalla Bellas Artes de México en 2011. Rojo, nacido en Barcelona y nacionalizado mexicano, murió el 17 de marzo de 2021 en Ciudad de México. Es considerado uno de los grandes representantes del arte abstracto en México. Foto: Cortesía/Secretaría de Cultura de México/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial en relación con la cobertura actual de este tema y mencionando el crédito completo

El artista plástico Vicente Rojo, que murió el 17 de marzo a los 89 años en la capital mexicana, fue un renovador del arte en México. Pero su historia lo liga también a una de las novelas más importantes de la literatura en español.

Rojo, español nacionalizado mexicano, recibió del escritor colombiano Gabriel García Márquez el encargo de diseñar la primera portada de "Cien años de soledad", novela publicada en 1967. Sin embargo, por causas ajenas a ambos el trabajo no llegó a tiempo a la imprenta en la editorial Sudamericana de Buenos Aires.

Para la primera edición se tuvo que improvisar una portada, aquella en la que se ve un galeón en medio de la selva. A partir de la segunda, publicada en 1968, y hasta la cuatra, el diseño de Rojo con figuras geométricas y la E invertida en la palabra "soledad" ilustraron el libro.

"Riguroso como un geómetra y sensible como un poeta": así definió García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982, a Rojo, que nació el 15 de marzo de 1932 en Barcelona y falleció en Ciudad de México después de vivir ahí 49 años.

"Gabo" y él eran amigos desde que se conocieron en México a finales de la década de 1960 y el escritor le entregó en mano el manuscrito original para decorar la portada.

Para Rojo esa encomienda fue todo un reto por la cantidad de elementos mágicos, míticos y reales descritos en la novela y porque en su opinión, "una portada no debe nunca decir lo que es el libro. Debe hacerla atractiva pero no debe explicar de qué se trata".

"Encontré unas etiquetas de uso común, unas pequeñas viñetitas populares del siglo 19. Luego hice las letras como si las hubiera hecho un letrista de la calle, un pintor aficionado y puse la letra E al revés", contó Rojo a dpa en una entrevista cuando cumplió 85 años.

Desde muy joven Rojo realizó estudios de escultura y cerámica en España. Recordaba su niñez rodeado de lápices de colores, tijeras y papel.

El pintor, escultor, diseñador, tipógrafo y editor encontró refugio en el dibujo ante el crudo régimen franquista en España que enmarcó su infancia y lo llevó trazar sus primeras imágenes de guerra: los bombardeos de los aviones fascistas.

A los 17 años se unió a su padre, exiliado en México, país donde dijo haber vuelto a nacer y encontrar la libertad. Años más tarde se nacionalizaría y se consolidaría como uno de los creadores fundamentales de ese país y renovador estético en los años 1950-1960, desde el arte abstracto.

Se le consideró parte de la Generación de la Ruptura, un movimiento artístico que tomó distancia de la Escuela Mexicana de Pintura, representada por los muralistas Diego Rivera, Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.

No obstante, decía que su obra era más "una apertura, de una búsqueda de nuevos cauces expresivos, de otros lenguajes visuales".

Colaboró con varios poetas y narradores, entre los que destacan Juan Villoro, José Emilio Pacheco y Octavio Paz, que en 1968 lo invitó a participar en el proyecto Discos Visuales, un trabajo que le gustó tanto al poeta que más tarde volvieron a trabajar juntos en los proyectos Blanco, un libro-maleta sobre Marcel Duchamp y los Topoemas.

Su trabajo como pintor y diseñador le valió obtener diversos reconocimientos, entre los que destacan el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1991), el Premio México de Diseño (1991), Excelencia en Diseño Gráfico (1992) y el doctorado honoris causa de la UNAM (1998).

Fue autor del diseño de revistas y diarios emblemáticos de México como "Plural" y "La Jornada" y cofundador de la editorial Era (1960), miembro de El Colegio Nacional (1994) y Creador Emérito por el Sistema Nacional de Creadores de Arte de México.

Rojo fue uno de los entrañables amigos del escritor mexicano Carlos Fuentes, a quien le dedicó la escultura urbana "Ixca Cienfuegos", ubicada en la Ciudad de México. Además, se encargó de la curaduría de una exposición fotográfica que recordaba el primer aniversario de la muerte del autor de "La región más transparente".

La perspectiva desde lo alto y la organización en series son características fundamentales de la obra de Vicente Rojo.

El escritor mexicano y crítico de arte Juan García Ponce lo expresó hace años de esta manera: "La más profunda intención de la pintura de Vicente Rojo es la revelación de la materia como un elemento vivo, eternamente cambiante, en transformación perpetua, siempre nuevo, otro y el mismo en todo momento, a través de la sensibilidad del creador".

Rojo consideró "las obsesiones", una siempre detrás de otra, como el motor generador de sus trabajos en serie de pintura y escultura, los cuales deben ser considerados como una sola pieza al ser integrados dentro del mismo proceso creativo.

Su trabajo artístico se agrupa en cinco series principales: Señales, Negaciones, Recuerdos, México bajo la lluvia y Escenarios, además de subseries como Paseo de San Juan, Pirámides y volcanes, Códices abiertos, Escenario primitivo, Escenario urbano y Volcanes construidos, en las cuales alterna pintura y escultura.

A pesar de la trascendencia que logró con su trabajo creativo, su personalidad lo hizo tratar de alejarse de los reflectores mediáticos. En una entrevista realizada en 2004 reveló que lo que siempre había querido era pintar, no ser un pintor.

"El ser pintor tiene una connotación pública, crea o fabrica una serie de personajes que parecen importantísimos. Tienen una imagen ante la sociedad como figuras, pero yo nunca he pretendido eso", afirmó.

"Como al parejo de la pintura y escultura hago diseño gráfico, me siento útil socialmente, cumplo con una función cultural, me da la idea de que tengo los pies en la tierra".

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