Para Christine Liwag Dixon y otras, los tiroteos en Georgia que mataron a seis mujeres asiáticas fueron un capítulo nuevo y horrible en la vergonzosa historia de la reducción de las mujeres asiáticas a objetos sexuales.
“Hay personas que han supuesto que soy una trabajadora sexual o que, como filipina, haría cualquier cosa por dinero porque suponen que soy pobre”, dijo Dixon, escritora independiente y música en Nueva York. “Una vez un jefe en el trabajo me ofreció dinero por relaciones sexuales”.
Los tiroteos del martes en tres salones de masajes en Atlanta motivaron a mujeres asiático-estadounidenses a compartir sus historias de acoso sexual y degradación. Dicen que a menudo han tenido que tolerar a hombres racistas y misóginos que se aferran a la idea de que las mujeres asiáticas son exóticas y sumisas.
Elaine Kim, una coreano-estadounidense que es profesora emérita de estudios asiático-estadounidenses en la Universidad de California en Berkeley, recordó haber sido hostigada por jóvenes blancos cuando estaba en la secundaria. Más adelante, uno de sus estudiantes blancos hizo comentarios sexuales sobre las mujeres asiáticas en su clase y merodeó sus apartamentos.
Kim recordó esas instancias cuando se enteró de que el hombre acusado de los tiroteos en Atlanta había dicho que lo hizo porque sus víctimas lo tentaron.
“Pienso que es muy probable que el asesino no solamente tenía una adicción sexual, sino también fantasías sobre mujeres asiáticas como objetos sexuales”, dijo.
Dos de los negocios atacados habían estado sujetos reiteradamente a investigaciones de prostitución en los últimos 10 años, de acuerdo con documentos policiales. Los documentos muestran que 10 personas habían sido arrestadas por cargos de prostitución, pero ninguna desde el 2013.
La policía dijo que el sospechoso en los tiroteos, un hombre blanco de 21 años, consideraba a las mujeres dentro de los salones de masajes “fuentes de tentación”.
Grace Pai, directora de organización en la rama en Chicago de Asian Americans Advancing Justice, dijo que la caracterización de los ataques es “una verdadera bofetada en el rostro de toda mujer que se identifica como asiático-estadounidense”.
“Sabemos exactamente lo que es esa misoginia racial”, dijo Pai. “Y pensar que alguien atacó tres negocios propiedad de asiáticos que tenían empleadas asiáticas ... no tenía raza o género en la mente es simplemente absurdo”.