Ruzanna Vartanian ha pasado los últimos cinco meses atrapada entre la esperanza y la angustia, rezando para volver a ver a su hijo mayor Sarkis, que desapareció como muchos otros soldados armenios durante el reciente conflicto de Nagorno Karabaj.
El joven recluta de 18 años desapareció pocas semanas después del inicio a finales de septiembre de 2020 del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por el control de este enclave y que se saldó con una derrota militar armenia.
La familia Vartanian es desde entonces uno de los cientos de hogares armenios que buscan conocer el paradero de sus allegados: ¿Murieron o son prisioneros de los azerbaiyanos?
Los familiares recorren las morgues, dejan muestras de ADN, interrogan a los soldados que volvieron del frente y llaman la atención de los políticos.
"Todo lo que puedo hacer a día de hoy es esperar a mi hijo", asegura Ruzanna Vartanian, de 40 años, que lucha por contener las lágrimas mientras recibe a la AFP en el apartamento de su familia en Ereván.
La desaparición de Sarkis no es la única tragedia que se abate sobre la familia. El padre, Arman, murió durante el conflicto de seis semanas tras acudir al frente para luchar junto a su hijo.
"Es como si no estuviera viva. He perdido todo el sentido de mi vida", se lamenta Mariam, de 68 años, la abuela de Sarkis.
- Moneda de cambio -
El paradero de los desaparecidos en Nagorno Karabaj es una herida abierta que atormenta Armenia, cuando este país del Cáucaso intenta hacer frente a su derrota en este conflicto que dejó más de 6.000 muertos entre ambos bandos.
Armenia se vio obligada a ceder un importante territorio a Azerbaiyán --su enemigo desde la sangrienta primera guerra de los años 1990--, en virtud de un acuerdo de tregua negociado por Rusia.
Ambas partes acordaron intercambiar todos los prisioneros de guerra y los restos de los soldados muertos en combate. Según Moscú, 63 armenios y 16 azerbaiyanos pudieron volver a casa y tanto Ereván como Bakú aseguran no tener más cautivos.
Azerbaiyán sólo admite que aún mantiene retenidas a unas 60 personas capturadas durante los choques que siguieron al acuerdo de paz, calificándolas de "terroristas" y "saboteadoras".
Armenia está convencida de que Bakú retiene más prisioneros para usarlos como moneda de cambio en las negociaciones en curso sobre la nueva línea de demarcación.
"Sé que tenemos varios cientos de personas en cautividad en Azerbaiyán", afirma a la AFP Arman Tatoyan, mediador de derechos humanos, para quien Bakú "aprovecha el problema para presionar" a las autoridades armenias en plena crisis política nacional por la derrota.
- "En el infierno" -
Los allegados de los desaparecidos aseguran que son sobre todo ellos, y no las autoridades, quienes se ocupan de la búsqueda.
Arsen Gukasian, tío de Sarkis, dejó de trabajar para dedicarse a esta tarea. "Los propios responsables admiten que reunimos más información que ellos", confiesa.
Este hombre de 47 años viajó en varias ocasiones al frente en compañía de otras familias.
"Nunca habría podido imaginar las cosas que vi: cuerpos decapitados, miembros...", explica Arsen, recordando las morgues y los hospitales que visitó.
A Lusine Margarian la convocaron más de 20 veces para identificar cuerpos enviados desde el frente. "Es como vivir en el infierno", explica a la AFP esta mujer que busca a su hijo.
La última vez que la familia habló con Hayk Manukian, el hijo desaparecido, fue cuando cumplió 23 años, justo antes que una ofensiva azerbaiyana lo aislara del resto de su unidad.
Las autoridades armenias indicaron a los padres recientemente que el nombre de su hijo figura en una lista de prisioneros retenidos por Azerbaiyán, pero los detalles no están claros y la familia espera una confirmación.
"Queremos simplemente estar seguros de que está vivo", explica su padre, Armen Manukian. "Sería un primer paso".
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