Un tribunal argentino absolvió este martes por prescripción de la causa, a un excura acusado de "abuso sexual gravemente ultrajante agravado" de una alumna del colegio parroquial que dirigía, cuando la denunciante tenía entre 12 y 21 años entre 1999 y 2008.
El excura Carlos Eduardo José, de 62 años, cumplía prisión preventiva desde 2017, cuando fue arrestado a raíz de la denuncia en su contra, que lo llevó a presentar su renuncia clerical.
"Los jueces, los abogados, los que vinieron a apoyarlo son cómplices. Cubren a un pedófilo, él ahora sale y vuelve a abusar. De mí abusó 15 años y no me va a volver a abusar, va a abusar a otra nena", se lamentó Mailín Gobbo, la denunciante ahora de 33 años, tras escuchar el fallo del Tribunal Oral en lo Criminal.
La sentencia va a ser apelada ante la Cámara de Casación y la Corte Suprema de Justicia, dijo el abogado de Gobbo, Héctor Silveira, que había pedido 20 años de prisión.
El acusado "nunca negó los hechos, pero ellos se amparan en la prescripción para absolverlo", advirtió el letrado.
José dirigía el instituto San José Obrero de la localidad de Caseros (periferia noroeste), donde fue alumna Gobbo, quien dejó la escuela a los 14 años pero no pudo evitar el vínculo con el párroco que era un amigo de su familia.
Según Silveira, el excura "la sacaba a Mailín de clases todos los días. La llevaba a un sótano, a una oficinita. Tenía la autoridad para entrar a la clase y decir: tal y tal vienen conmigo".
La Justicia investiga otras tres denuncias contra José, realizadas por exalumnas de la misma escuela.
"Hay cientos de víctimas, pero muchas no se animan a denunciar aseguró el abogado y dijo que José "elegía a sus presas, niñas que eran más calladas, retraídas, de familias vulnerables".
Gobbo presentó la denuncia judicial en 2017, pero ya en 2009 lo había acusado ante el Obispado de San Martín, que decidió trasladarlo a otra parroquia a 300 km de Buenos Aires.
Según la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos, hay más de 70 denuncias por abusos sexuales en la Iglesia en Argentina. La Red reclama que estos delitos sean considerados imprescriptibles.
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