A Stepan Movsissián le dijeron que su hogar aún está en Armenia. Pero la mitad de su establo ahora se encuentra en Azerbaiyán. Una secuela más de la reciente guerra que modificó las fronteras entre ambas exrrepúblicas soviéticas.
"El GPS indica que la frontera pasa por aquí", señala Movsissian, de 71 años, con los pies sobre el barro frente a su humilde vivienda. "¿Pero, cómo es esto posible?", continúa este exguardabosques.
A pocos metros, dos jóvenes soldados armenios observan la escena con atención, con sus Kalashnikov colgados en bandolera.
Cuatro meses atrás, Azerbaiyán comenzaba a varias decenas de km de distancia del poblado de Chournoukh, donde viven modestamente unas veinte familias armenias.
La reanudación de la lucha por controlar la región separatista de Nagorno Karabaj, entre septiembre y noviembre, se saldó con más de 6.000 muertos y una humillante derrota armenia.
Ereván tuvo que devolver importantes territorios azerbaiyanos tomados tras un primer conflicto a comienzos de los años 1990.
De acuerdo a los términos del cese el fuego apadrinado por Rusia, solamente una parte de la autoproclamada república de Nagorno Karabaj aún existe, y muy debilitada, en tanto Armenia deberá ahora respetar su frontera con Azerbaiyán reconocida internacionalmente.
En esta frontera está ubicado el poblado de Chournoukh. La línea de demarcación acaba de ser trazada de manera más o menos clara, a lo largo del camino que atraviesa la aldea.
Desde ambos lados, las fuerzas azerbaiyanas y armenias se miran con rostro pétreo. Entre ambas partes se ha desplegado un pequeño grupo de guardias de frontera rusos por un periodo no determinado, puesto que oficialmente este destacamenteo no integra la fuerza de mantenimiento de la paz enviada por Moscú a Karabaj, por un lapso de cinco años renovables.
"Un general azerbaiyano llegó y nos dijo que ésta era su tierra", indicó a la AFP Khachik Stepanián, un agricultor que, junto a su familia, se vio obligado a trasladarse al otro lado del camino, del lado armenio.
Este hombre puede ver su vieja casa abandonada desde la ventana de su nuevo hogar. En total, diez familias tuvieron que abandonar sus hogares.
"Realmente es muy doloroso", confió Stepanian, lamentando tener que "vivir junto al enemigo".
- "Asfixiándonos" -
Familias azerbaiyanas habitaron en estas casas disputadas hasta fines de la década de 1980, cuando huyeron junto a otros miles más por el resurgimiento de tensiones mortíferas con los armenios, controladas mucho tiempo bajo la URSS.
Hace casi un siglo, el Kremlin limitó las fronteras de las nuevas repúblicas soviéticas sin considerar conflictos territoriales ancestrales.
Apoyándose en viejos mapas soviéticos, la población de Chournukh afirma que toda la localidad se encuentra en Armenia.
Los azerbaiyanos, en cambio, utilizaron técnicas modernas de cartografía satelital para delimitar, por ahora apoyados por Rusia.
Desde un promontorio sobre la nueva frontera, el jefe del poblado, Hakob Archakián, no puede reprimir sus insultos al ver guardias fronterizos azerbaiyanos abajo.
"Estamos asfixiándonos. Hemos vivido aquí más de 30 años", señala. "Toda nuestra vida, nuestros recuerdos". Él abandonó su casa y ahora vive en su oficina, junto a su esposa e hija.
El gobierno armenio construye viviendas para desplazados, que mantienen la esperanza de regresar a sus hogares.
Por ahora, esta situación no ha generado violencia. No obstante, el mínimo incidente provoca una mediación internacional, lo que hace dudar sobre lo viable de esta solución.
"Un día, un cerdo pasó al otro lado", comenta Archakian. "Fueron necesarios guardias fronterizos nuestros, rusos y azerbaiyanos para aceptar que su propietario fuera a buscarlo".
La presencia rusa calma un poco algunos miedos de los aldeanos, como tener al enemigo jurado demasiado cercano. Pero, su posible partida ya genera preocupación.
"No sé qué pasará cuando partan", dice Nune, esposa de Archakian, profesora de matemáticas en la escuela del poblado.
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