El windsurf sobre hielo puede alcanzar los 100 km/h en el decorado mágico y soleado del Báltico helado, un deporte minoritario que se practica en los estertores de este invierno boreal en las costas de Finlandia.
"Las llamo las máquinas de la felicidad. Hacen realmente sonreír a la gente, es un enorme placer, puro movimiento", cuenta a la AFP Feodor Gurvits mientras muestra su artilugio.
Una plancha colocada en una estructura metálica con tres pequeños patines y una vela clásica. Este es el secreto de este deporte de invierno original, reservado a un puñado de países en el mundo.
Con un grupo de media docena de velistas de los hielos, Feodor y sus compañeros se lanzan en la costa Hernesaari de Helsinki, la capital finlandesa, equipados con cascos de protección y ropa acolchada para protegerse de un eventual derrapaje en una curva cerrada.
"Hace daño a las manos y hay que agarrarse bien, sino es bastante simple en el hielo en comparación con el verano (en el agua)", explica Esa Harjula, un hombretón barbudo miembro del equipo.
Con un mes de febrero muy frío en Europa del norte, el Báltico poco salado se ha helado, alcanzando un espesor de cerca de 30 centímetros.
Aunque las temperaturas han subido en los últimos días, el espesor del hielo permite actualmente soportar "un pequeño camión" pese a una temperatura del aire de 5 grados, explica Feodor Gurvits.
Con vientos moderados de 8 metros por segundo, el récord de velocidad fue de 71,6 km/h. Pero estos artilugios pueden alcanzar los 100 km.
"A veces nos olvidamos de respirar", cuenta Mete Ciragan, el más rápido del día. "Pero hay que concentrarse en la superficie para no tropezar con algo y caer", agrega.
"Con menos viento se puede ir más rápido en el agua líquida, porque hay mucha menos resistencia", subraya Marianne Rautelin, una antigua campeona de Europa de windsurf clásico, que empezó a navegar en hielo en 2009.
Tras conseguir victorias en las dos disciplinas, no sabría elegir cuál prefiere.
"En verano es atractivo porque las olas lo hacen más difícil, pero en invierno puedes lanzarte directo", dijo a la AFP.
Unas mil personas practican este deporte, según las estimaciones, con una veintena de expertos de alto nivel, la mayoría en los países nórdicos, los países bálticos y Polonia, así como en Estados Unidos, en Canadá y Rusia.
Feodor Gurvits realizó su sueño en 2017 de conquistar el título de campeón del mundo, pero mientras las condiciones climáticas lo permitan seguirá practicándolo.
"Mi objetivo es continuar, aprovechar la libertad, fabricar un artilugio todavía mejor y tratar de hacer felices a otras personas", justifica.
sgk/map/dep/af/zm