LA HABANA (AP) — En el garaje pintado de amarillo del edificio de cuatro pisos donde vive, Adolfo Rivera no guarda su automóvil sino una avioneta lista para volar.
Durante los últimos ocho años el cubano, un ingeniero mecánico de 70 años, fabricó su sueño tornillo a tornillo y con pegamentos y herramientas que le aportaron sus hijos que viven en el extranjero.
Ni las carencias económicas de Cuba, adonde se hace difícil adquirir cualquier cable de acero, ruedas o la sustancia que impregna las alas, ni los trámites burocráticos o los prejuicios detuvieron su empeño.
“Desde pequeño siento un amor inmenso por la aviación”, dijo a The Associated Press Rivera el viernes mientras corría orgulloso el portón de metal en los bajos de su apartamento y mostraba la aeronave con su hélice mirando hacia la acera. “Yo sentía (escuchaba) un avión adonde vivía y salía corriendo a ver”, añadió rememorando su niñez.
Profesor universitario y con cursos en Hungría -realizados durante los años de alianza entre el entonces país socialista y la isla-, Rivera fabricó nueve aeronaves y varios planeadores, el primero de ellos a fines de los 60 y que por falta de tela para las alas nunca voló y del que sólo le quedaron fotografías.
“Tenía ambiciones mayores... Hasta que llegó este motorizado, biplaza”, explicó. “Quería construir uno que se pudiera insertar en la economía del país para la fumigación, las inspecciones forestales, la defensa, costas, turismo”.
Según el estimado de Rivera su nave costó unos 5.500 euros, una pequeña fortuna para un habitante de la isla donde los salarios promedian los 100 dólares mensuales y no hay tiendas especializadas.
En sus viajes familiares al extranjero en vez de volver con maletas repletas de ropa o zapatos solía regresar con manuales y piezas. “En esto el bloqueo (las sanciones estadounidenses que impiden a la isla importar muchos bienes) también afecta”.
En febrero de 2012 Rivera recibió el permiso para la construcción de la aeronave de parte de la Aeronáutica Civil de Cuba y cuenta con todos los trámites en forma para volar, pero la pandemia de COVID-19 retrasó sus planes.
“Una idea como ésta tiene un valor simbólico y un valor práctico. El valor simbólico radica en el espíritu de persistencia que el pueblo cubano ha demostrado y la capacidad que tiene para innovar”, dijo a AP el piloto René González, director de Club de Aviación de Cuba, que apoya la iniciativa de Rivera.
“Además éste es un equipo que tiene un uso real, puede ser de instrucción primaria, para remolcar planeadores... Espero que podamos construir otros equipos”, manifestó González, quien se hizo conocido por ser parte de un grupo de cinco agentes de inteligencia cubanos presos en Estados Unidos y considerados héroes en la isla. Su liberación se dio en el marco del deshielo binacional auspiciado por el expresidente estadounidense Barack Obama.
Cuba tiene una larga tradición aérea: el primer despegue se produjo en mayo de 1910 aunque duró unos minutos. Dos años después hubo un vuelo pionero y en 1928 el famoso piloto Charles Lindbergh -a bordo de su legendario “Spirit of Saint Louis”- llegó a la nación caribeña procedente de la vecina Haití.
En la actualidad hay seis aeropuertos internacionales y 19 domésticos. Unas 40 aerolíneas operan en la isla mientras el Club de Aviación agrupa a unos 1.200 aficionados al parapente, el aeromodelismo y el vuelo libre.
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Andrea Rodríguez está en Twitter: www.twitter.com/ARodriguezAP