Por Giuseppe Fonte y Gavin Jones
ROMA, 11 feb (Reuters) - Si el designado primer ministro de Italia Mario Draghi logra sacar adelante un Gobierno en coalición, probablemente enfrentará varios de los complicados dilemas que -en sus cargos anteriores- ayudó a gestar.
Draghi, expresidente del Banco Central Europeo (BCE), es descrito por los medios italianos como el salvador de la nación y los partidos que han luchado entre ellos durante años ahora juntan fuerzas para entrar en su coalición, aunque su historial público está cargado de polémicas.
La resucitación de la economía italiana, que sufre una debilidad crónica, será su prioridad, pero también tendrá enormes dolores de cabeza desde el área corporativa, desde los aprietos del banco más antiguo de Italia hasta las complejidades sobre la red de operadores de autopistas.
En todos esos frentes, el primer ministro Draghi tendrá que desatar los nudos que él mismo amarró hace años, cuando fue jefe del Tesoro italiano y luego presidente del BCE.
Y hay enormes interrogantes sobre cómo procederá ahora.
Con miles de millones de euros por gastar del Fondo de Recuperación de la Unión Europea, es poco probable que Draghi ofrezca señales de la austeridad que una vez promovió, pero ¿cómo abordará las negociaciones para reescribir las reglas presupuestarias de la UE?
¿Y continuará con los planes de Roma de nacionalizar las autopistas que él mismo privatizó como director general del Tesoro en la década de 1990?
Un "meme" popular en las redes sociales en Italia resume el escenario al que se enfrenta Draghi.
Lo muestra con una mano levantada y la leyenda "esta mano puede ser Friedman, o puede ser Keynes", refiriéndose a los economistas Milton Friedman, que defendía el libre mercado, y John Maynard Keynes, que defendió la intervención estatal.
"Draghi es sobre todo un pragmático", dijo Mauro Gallegati, profesor de economía en la Universidad de Marche. "Solía tener que ver con la austeridad, las fuerzas del mercado y las privatizaciones. Ahora está en una transición de Friedman a Keynes".
Los planes de Draghi de establecer un ministerio para la transición hacia una economía de mayor cuidado ambiental sugieren un papel importante para el Estado en la lucha contra el cambio climático, algo que Friedman y probablemente el Draghi de la década de 1990 hubieran querido dejar en manos del mercado.
CARTA DEL BCE
Draghi no ha hecho comentarios públicos sobre sus planes de política económica y monetaria, y no estuvo disponible para hablar en este artículo.
Incluso antes de que el COVID-19 hundiera a Italia en su recesión más pronunciada desde la posguerra, el país apenas había crecido en dos décadas.
Sus muchos problemas van desde una fuerza laboral envejecida y cada vez más reducida hasta la falta de inversión pública y una burocracia estatal empalagosa.
Sin embargo, un número creciente de economistas está de acuerdo en que las medidas de austeridad que Draghi promovió como director del BCE junto con otras instituciones de la UE exacerbaron esas dificultades, debilitando la capacidad de producción de Italia y reduciendo su potencial de crecimiento.
Justo antes de su mandato de ocho años como presidente del BCE en 2011, Draghi fue uno de los autores de una carta al Gobierno italiano en la que pedía recortes de gastos y una reducción acelerada del déficit.
Ese año, el Fondo Monetario Internacional (FMI) calculó el crecimiento potencial de Italia, que mide la tasa de crucero a la que la economía puede crecer sin generar inflación, en 0,7%, y se estimaba que ese ritmo se mantendría estable durante los próximos cinco años.
Dos años más tarde, tras las draconianas restricciones presupuestarias y la profunda recesión, la estimación del FMI había caído al -0,3% y se proyectaba que se mantendría por debajo del 0,5% durante los próximos cuatro años.
En 2012, Draghi, junto con la Comisión Europea, fue un promotor del "Pacto Fiscal", que endureció los términos del Pacto de Estabilidad de la UE al imponer una consolidación fiscal más rápida para países con altos niveles de deuda, como Italia.
Sin embargo, a pesar de tener un presupuesto ajustado, la deuda de Italia siguió creciendo en proporción A la producción porque la economía se contrajo o se estancó. Para 2014, la relación deuda/PIB había aumentado a 132% desde 116% en 2011. "Creo que se dieron cuenta de que lo que le hicieron al sur de Europa fue un error, ya nadie hablaba de austeridad incluso antes de que llegara el coronavirus", dijo Roberto Perotti, profesor de economía en la Universidad Bocconi de Milán. SALVEN A MONTE PASCHI
Como gobernador del Banco de Italia en 2008, Draghi aprobó que el centenario Monte dei Paschi di Siena (MPS), el tercer banco más grande de Italia, comprara al prestamista rival Antonveneta con un precio inflado que, según los analistas, contribuyó a su colapso financiero.
También fue responsable de su supervisión mientras el MPS suscribía contratos de derivados que socavaban sus cuentas.
Italia posee el 64% del banco después de un rescate de 2017 que costó a los contribuyentes 5.400 millones de euros, y prometió a la Comisión Europea que saldrá de esa inversión a mediados de 2022.
Draghi era el director del BCE a mediados de 2017 cuando declaró que el Monte dei Paschi era solvente, lo que abrió el camino para que la Comisión Europea autorizara el rescate.
El Tesoro italiano ahora está tratando de encontrar un comprador para el banco, una tarea que recaerá en Draghi como primer ministro.
El miércoles, Monte dei Paschi informó los resultados de 2020 que mostraban que su pérdida anual se había disparado a 1.700 millones de euros (2.060 millones de dólares).
(1 dólar = 0,8235 euros)
(Editado en español por Marion Giraldo)