Reseña: Pese a clichés, Timberlake conmueve en “Palmer”

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Los clichés abundan como trastes sucios en la nueva película de Justin Timberlake “Palmer”, sobre un exconvicto que debe cuidar del hijo de género fluido de una vecina adicta mientras intenta recuperar su propia vida en un pueblito de Louisiana. Sería un insulto para las contendientes al Oscar siquiera considerarla entre las posibles candidatas, pero sus actuaciones convincentes hacen que la película sea pasable y bastante conmovedora aun cuando hayamos visto muchas similares.

Timberlake interpreta a Eddie Palmer, un exjudador estrella de fútbol americano de la secundaria que acaba de salir de prisión tras 12 años y se va a vivir con su abuela Vivian (June Squibb). Tiene la barba de los exconvictos, una sudadera con capucha, estrabismo y algo de misterio, aunque eso sería darle mucho crédito. El guion se toma su tiempo para revelar qué fue lo que hizo para quedar tras las rejas.

Pero él básicamente trata de no meterse en problemas y reinsertarse a la sociedad cuando le surge una nueva complicación: la adicta a la heroína que vive en la casa rodante de al lado (interpretada por Juno Temple, quien en algún momento comenzó a ser encasillada en papeles de gente blanca pobre) se va con su novio abusivo y deja a su hijo de 7 años, Sam (Ryder Allen), sin ningún cuidado.

Sam está acostumbrado a la rutina poco convencional y empaca para quedarse con Vivian, quien está feliz de recibirlo por el tiempo que su mamá esté fuera. Pero Vivian no pasa mucho tiempo en la película y pronto Palmer queda solo con el niño cuando no está precisamente buscando ser papá sustituto de nadie. Sam es también objeto de bullying en este pequeño pueblo sureño. Esencialmente es de género fluido. Le gusta el maquillaje, jugar a tomar el té y los programas animados de princesas.

La transición de Palmer de una intolerancia sutil a una total aceptación de Sam es muy rápida, lo que resulta un poco conveniente para la historia pero no hace nada por revelar quién es Palmer, o quién era, y en qué se está convirtiendo. El guion incluso tiene la audacia de pretender que Palmer vaya a entregar a Sam a las autoridades. Pero la película no sólo se terminaría; también habría que ser un monstruo para abandonar a este pequeño, que es un angelito amable, divertido, curioso y autosuficiente a quien no le afectan los juicios.

Cuando Palmer intenta señalar que no hay varones en los programas de princesas hadas, Sam responde que él será el primero. ¿Suena más a guionista de adulto (Cheryl Guerriero lo escribió) que a niño pequeño? Sí. Pero Allen logra venderlo y él y Timberlake son muy tiernos juntos, y eso ayuda bastante. También hay una historia de amor secundaria entre Palmer y la maestra de Sam, Maggie (Alisha Wainwright).

“Palmer” es dirigida sin rodeos por Fisher Stevens, quien además de su carrera como actor ha tenido éxito dirigiendo documentales a lo largo de los años. Es difícil decir por qué algo como esto, que es pura fabulación de un montón de temas familiares, resulte más efectivo que “Hillbilly Elegy” (“Hillbilly, una elegía rural”), que era una historia real, pero así es. Y aun así, nunca olvidas que estás viendo una película.

Sin embargo, es agradable recordar que Timberlake tiene talento como actor, aunque esté a años luz de su papel revelación en “The Social Network” (“Red social”).

“Palmer”, un estreno de Apple TV+, tiene una clasificación R (que requiere que menores de 17 años la vean acompañados de un padre o tutor) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por escenas de contenido sexual, desnudos y breves escenas de violencia. Duración: 110 minutos. Dos estrellas y media de cuatro.

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Lindsey Bahr está en Twitter como www.twitter.com/ldbahr

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