El hijo de Monica Bahn tiene tan solo seis meses y ya hace sus necesidades en un orinal. Cuando su bebé tiene que hacer, se lo avisa a sus padres, que lo sostienen sobre la bacinilla. Monica Bahn, de 32 años, cría a su pequeño siguiendo el concepto de "libre de pañales". ¿Un bebé sin pañales? Esto resulta actualmente inimaginable para la mayoría de nosotros. "En nuestra sociedad se transmite que es algo que resulta absolutamente imprescindible", apunta Cathleen Hilpert, quien se formó como coach en este tema y ahora dicta talleres para padres en Fürth, Alemania, y sus alrededores. Los pañales descartables recién llegaron en los 70 Crecer libre de pañales no significa sin embargo que los niños no usen pañales en absoluto. Mucho más se trata de brindarles a los bebés la posibilidad de hacer sus necesidades también fuera del pañal. Los pañales desechables llegaron a Europa durante la década de 1970, de manera que el hecho de que negocios grandes y pequeños los comercialicen no es algo natural desde hace tanto tiempo. "El pañal descartable fue desarrollado para aliviar a las madres en la vida cotidiana y para que no necesitasen estar pendiente todo el tiempo de sus necesidades", explica Hilpert. Pero estos pañales que solamente pueden ser utilizados una única vez tienen un aspecto negativo, que también resulta conocido para cualquier familia con hijos e hijas pequeñas: montañas de basura. Cada bebé utilizará varios miles hasta que logre abandonarlos. Y esto tampoco puede ser bueno para su piel. Los pañales pueden ocasionar irritaciones en la piel "Se genera una especie de cámara húmeda y esto lleva a que se produzcan problemas en la piel", indica Burkhard Rodeck de la Sociedad Alemana de Pediatría y Medicina Adolescente. Por eso, muchos de los pequeños que usan pañales sufren excoriaciones en la zona. Durante su primer embarazo, la experta en educación y autora de éxitos editoriales Nicola Schmidt sintió que no tenía ganas de cambiar pañales sucios. Schmidt se dedicó a investigar y encontró ejemplos en otros culturas como Vietnam, donde los pequeños y las pequeñas crecen sin pañales descartables. La pedagoga descubrió que allí las madres prestan atención a las señales de sus bebés y reconocen cuándo tienen que hacer sus necesidades. Un conocimiento, indica, que ha desaparecido en nuestra cultura. Acostumbrarse y desacostumbrarse a los pañales Schmidt explica que los bebés dan señales a sus padres, pero como estos no reaccionan y los pequeños llevan los pañales permanentemente, generalmente dejan de hacerlo tras un par de meses. "Entrenamos a los niños para que usen pañales y luego los entrenamos para que los dejen", afirma Schmidt. Ella considera que esto no tiene sentido y cuenta que por eso sus dos niños crecieron libres de pañales. Por entonces, relata, aún estaba bastante sola defendiendo esta idea, pero esto ha cambiado. Durante los últimos diez años, cuenta que tanto ella como su equipo capacitaron a entre 600 y 800 coach en este concepto en Alemania, Austria y Suiza. Una de ellas es Cathleen Hilpert, que ahora transmite su saber a madres como Monica Bahn. "Esto funciona muy bien desde el nacimiento", explica Hilpert, quien precisa que las madres pueden tomarse tiempo durante el puerperio para observar con detenimiento al bebé y aprender a interpretar sus señales. Aprender a conocer la mímica individual del bebé La mímica o gestualidad con la que cada bebé muestra que tiene que hacer sus necesidades es muy diversa. Por lo tanto, señala la coach, resulta muy útil si se comienza a poner a los bebés sobre la bacinilla a determinados momentos del día como después de despertarse o del amamantamiento. "De esta manera pueden irse acercando lentamente". El pediatra Rodeck también confirma que esto funciona. "Hace algunas generaciones, una educación sin pañales o con pocos pañales era la normalidad". Sin embargo, se muestra escéptico de que esto pueda implementarse hoy en día. "Hoy ya no tenemos tiempo para manejarnos así con los niños. Esto no se adapta a las familias con dos padres que trabajan, donde los niños van a guarderías". Pero Monica Bahn no está de acuerdo. "No tengo ninguna pretensión de pescar cada pipí", dice. Y deja en claro que el concepto "libre de pañales" puede conducir a una interpretación errónea. Porque su hijo, explica, lleva por seguridad -al igual que la mayoría de los bebés- un pañal de tela, para el caso en el que no llegue a tiempo a la bacinilla. Asimismo Schmidt se muestra convencida de que los padres no deben estresarse y comenta que es suficiente cuando los niños pueden hacer sus necesidades en la pelela dos veces por día, después de dormir. De esta manera, señala, preservan la percepción de tener la vejiga o el intestino llenos. Según Schmidt, la ventaja es que los padres tienen que cambiar menos pañales y por lo general a los dos años los niños ya controlan los esfínteres. dpa