PARIS (AP) — Al igual que las telas de sus abanicos chapados en oro, el museo francés del abanico podría cerrarse y desaparecer. La UNESCO pidió a Francia tomar medidas más enérgicas para evitar que el espléndido Musee de l’Eventail en París se convierta en la más reciente víctima cultural del coronavirus.
El museo clasificado como un monumento histórico tiene hasta el 23 de enero para pagar 117.000 euros (142.000 dólares) en rentas atrasadas — surgidas principalmente por pérdidas durante los cierres por la pandemia, de lo contrario cerrará y con él se terminará su taller especializado. El estudio que enseña diseño y restauración a una nueva generación de fabricantes de abanicos fue incluido en las lista de patrimonio inmaterial de Francia el año pasado.
En una rara intervención la UNESCO, la agencia cultural de la ONU, pidió a Francia honrar la implementación de “medidas para salvaguardar identificadas para este patrimonio vivo en particular”, señalando en una respuesta a AP que la decisión de París de incluir este conocimiento en la lista ya se había tomado cuando la “pandemia comenzaba a expandirse rápidamente”.
“Es una tragedia, no puedo creer que los parisinos dejarán que una parte de su patrimonio muera. Tengo un problema porque siempre creí que habría un milagro”, dijo a AP la directora del museo de 74 años Anne Hoguet.
Hoguet se dijo “exhausta” por la lucha por sobrevivir que ha afectado a instituciones más pequeñas, como la Galería Uffizi de Florencia, que reabre esta semana.
“Al igual que todos los museos pequeños, hemos tenido problemas antes, pero la crisis de salud ha sido una catástrofe”, dijo.
Los acreedores amenazan con confiscar las pertenencias del museo el próximo lunes, que incluyen 2.500 piezas originales como abanicos históricos hechos con caparazón de tortuga, seda y adornados con diamantes y rubíes.
Al igual que muchos de los 130 museos de París, Hoguet dijo que su institución — que cobra 7 euros por entrada y está en el popular 10mo distrito de la capital francesa— se vio obligado a cerrar la mayor parte de 2020 por las restricciones por el virus.
Además, el dinero que viene del taller de restauración también desapareció porque la gente dejó de gastar durante la pandemia.
“Las familias aristocráticas que me mandaban sus abanicos para restaurarlos se fueron a sus casas de campo en el cierre así que no tuve más encargos. Ellos querían ahorrar su dinero”.
Hoguet dijo que habría cobrado entre 500 y 600 euros por abanico para restaurarlos a su estado original con materiales tradicionales. La directora usaba ese dinero para pagar la renta.
Incluso cuando el museo reabrió brevemente en septiembre pasado, Hoguet tuvo problemas para llegar a los niveles anteriores de asistencia.
“Porque la gente estaba preocupada con el virus, la cultura y el patrimonio se olvidaron y peligrosamente”, dijo.
Hoguet es la cuarta generación a cargo del último taller original de abanicos en París. Ella ha dado entrenamiento directo o indirecto a cinco jóvenes creadores de abanicos, que espera que continúen llevando la antorcha de este arte.
La realización de abanicos, tradicionalmente hechos con palas de madera y hojas de papel pintado, se ha considerado sagrada en muchas culturas antiguas. En Francia su época dorada fue en la corte del Versalles del siglo XVIII, done las mujeres usaban los abanicos para comunicarse y coquetear con destreza o esconderse modestamente detrás de ellos. Las imágenes que se pintaban en ellos solían contar asuntos de actualidad en el mundo. Hasta ahora forman parte del ADN de la moda de Francia, incluidos en colecciones de alta costura de Chanel, Dior y Jean Paul Gaultier.
Hoguet dijo que se ha sentido tan desamparada por las autoridades francesas que ahora tiene problemas para dormir. Ha estado en contacto con el Ministerio de Cultura Francés y con el ayuntamiento de París pero esto no ha hecho alguna diferencia.
“¿Cuál es el caso de convertirnos en un patrimonio intangible si no nos van a proteger?”, preguntó.
El ayuntamiento de París y el Ministerio de Cultura de Francia no respondieron al ser contactados por AP.
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Thomas Adamson reportó desde Leeds, Inglaterra.