Manizales (Colombia), 10 ene (EFE).- La 66 Feria Taurina de Manizales encontró un resquicio para sobrevivir a la pandemia del coronavirus y con dos tardes de toros, a puerta cerrada, se las arregló para dar un fin de semana taurino que comenzó este domingo y seguirá el lunes.
La programación se hizo con base en seis toreros colombianos y la suma de doce ejemplares de tres ganaderías: las de Ernesto Gutiérrez Arango, Santa Bárbara y Juan Bernardo Caicedo.
En la jornada inicial de este domingo, divulgada a través de las redes sociales del coso de esa ciudad cafetera, el diestro Cristóbal Pardo cobró tres orejas para convertirse en el gran triunfador, dos de ellas fruto de un indulto a un ejemplar de Ernesto Gutiérrez Arango.
Luis Miguel Castrillón cortó una oreja y David Martínez pasó tarde aciaga por sus fallos con la espada.
FICHA DE LA CORRIDA MINIFERIA DE MANIZALES
Seis toros de diversas ganaderías. Tres de Ernesto Gutiérrez Arango (primero bis, indultado; segundo, noble y con clase; y tercero, devastado). Dos de Juan Bernardo Caicedo (cuarto, de menos a más; y quinto, bronco) y dos de Santa Bárbara (primero, malogrado en el ruedo; y sexto, enrazado)
Cristóbal Pardo, verde y oro. Dos orejas simbólicas y oreja tras espadazo.
Luis Miguel Castrillón, azul marino y oro. Oreja tras pinchazo y entera. Tres avisos luego de pinchazo y fallidos intentos con el descabello.
David Martínez, azul pavo y oro. tres avisos y tres avisos.
CRISTÓBAL DE LLEVA LA OVACIONES DE UNA PLAZA VACÍA
Inolvidable resultó la primera tarde de la Miniferia Taurina de Manizales para Cristóbal Pardo. El torero colombiano cortó tres orejas.
Dos de esos apéndices fueron simbólicos, tras indultar al primero de sus toros, del hierro de Gutiérrez Arango, en faena de corte clásico.
Cada una de las suertes resultó ser un compendio de buen gusto ante las francas embestidas del animal. Los naturales sobre la mano izquierda marcaron el punto más alto de toda la obra a "Reyecito", nombre del toro, para el que tardó en aparecer el pañuelo del perdón.
En el otro de sus turnos, Pardo exhibió la faceta de lidiador ante un animal de la ganadería Juan Bernardo Caicedo que apuntaba a refugiarse en los tableros.
Con tiempo y espacio como argumentos, el triunfador de la tarde logró hacer de los medios del emblemático ruedo gris el escenario para una lección de técnica y cabeza, no exentos de sentimiento. Así pudo cerrar esa puerta imaginaria por donde el toro amenazaba marcharse tras cada acometida. Oreja y tarde de colección.
Para Luis Miguel Castrillón hubo dos caras. La primera, con el sello del éxito ante otro buen toro de Ernesto Gutiérrez Arango en el que el torero de Medellín pudo enseñar su exquisitez en las formas toreras.
Hubo momentos para templar y ligar, pero también instantes en que el arte caro asomó de sus manos. El fallo con la espada le impidió hacerse a los máximos trofeos.
En cambio Castrillón debió afrontar dura prueba en el quinto de la tarde, toro que se hizo amo y señor de todos los terrenos. Lo peor vino enseguida cuando no tuvo éxito con la espada y los tres avisos se dejaron escuchar, antes que recordatorio, como castigo.
Y para David Martínez, tercero de los alternantes, no fue el día. El primero de los suyos, de Ernesto Gutiérrez Arango, anduvo muy lejos de la categoría de sus hermanos, hasta convertirse fruto de su escasa movilidad casi que en estatua. En el último del festejo, de Santa Bárbara, el examen fue demasiado duro para quien tiene poco recorrido como para resolver tantos desafíos juntos de una res con toda la barba. En ambas oportunidades sonaron los tres avisos.