Docenas de alpinistas convergieron hacia el K2, la segunda montaña más alta del mundo, para intentar ser los primeros en lograr uno de los últimos grandes desafíos de la escalada mundial, alcanzar su cumbre en pleno invierno.
Cuatro equipos que suman alrededor de 60 escaladores y sherpas empezaron a subir este pico de Pakistán conocido como la "montaña salvaje", donde los vientos pueden soplar a más de 200 kilómetros por hora y las temperaturas caen a menos 60 grados centígrados.
Desde el primer intento en 1987-1988, solo se llevaron a cabo un puñado de expediciones invernales en esta montaña de 8.611 metros, situada en el en el macizo del Karakórum, en la frontera con China. Pero ninguna de ellas superó los 7.650 metros.
Incluso en verano, casi uno de cada seis escaladores que intentan alcanzar la cumbre muere, y desde el primer éxito en 1954 solo 450 personas lo han logrado, en comparación con las más de 6.000 que han escalado el monte Everest.
El confinamiento y las prohibiciones de viajar provocadas por el coronavirus hundieron la temporada de escalada del año pasado en Pakistán y en otros destinos de la región, como Nepal.
"La gente tenía planes para el año pero no podían ir a ninguna parte", dijo el alpinista holandés Arnold Coster, que está ayudando a dirigir una de las expediciones.
"Así que hemos estado prácticamente sin trabajo durante un año y ahora mucha gente quiere hacer algo", dijo a la AFP.
Aunque Pakistán todavía está luchando contra más de 2.000 nuevos casos diarios de coronavirus, el país ha vuelto a la actividad.
En diciembre, los equipos volaron a la ciudad de Skardu, en el norte, y caminaron a través del glaciar Baltoro para llegar hasta campamento base, desde donde comenzarán el ascenso, una expedición que podría llevar hasta dos meses y medio, dependiendo del clima.
- Egos y avalanchas -
El K2 está situado entre algunos de los paisajes más impresionantes pero también más peligrosos del mundo.
"Para que alguien tenga la oportunidad de llegar a la cima tiene que haber múltiples factores", dijo el entrenador de escalada Alan Arnette, que señala como posibles escollos el mal de altura, las avalanchas, los deslizamientos de tierra e incluso el ego.
La expedición de Coster, organizada por la empresa nepalí Seven Summit Treks, tiene un equipo de gran tamaño, compuesto por unos 20 clientes de experiencias diversas y unos 30 empleados de apoyo.
"Tenemos un montón de gente diferente con ideas diferentes. Para nosotros, como líderes, es difícil de manejar. Pero desde el punto de vista humano, si las personas trabajan juntas, tenemos una oportunidad mayor", dijo.
Los escaladores pasan días subiendo y bajando, atando cuerdas a la montaña para poder alcanzar la cima y también aclimatarse al aire enrarecido, un trabajo agotador, en particular para los grupos pequeños.
Un excursionista ya tuvo que ser transportado por vía aérea al campamento base por un problema de salud previo, dijo la compañía.
Mingma Gyalje escaló 13 de los picos más altos del mundo pero no logró alcanzar la cumbre del K2 el invierno pasado. Este año dirige un equipo de tres sherpas experimentados de Nepal.
Esta vez espera lograrlo y está mejor preparado para el frío después de su dura lección del año pasado.
También está preocupado por la masificación en la montaña.
"No creo que sea una buena señal tener tanta gente, demasiados clientes", dijo a la AFP.
Otras de las expediciones está dirigida por Nirmal Purja, un conocido alpinista nepalés y exsoldado de las fuerzas especiales británicas con un equipo de seis personas con un plan para volar en parapente desde la cumbre.
En 2019, Purja escaló las catorce montañas de 8.000 metros del mundo en seis meses y seis días, pero en verano.
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