CIUDAD DE MÉXICO (AP) — El presidente Andrés Manuel López Obrador inauguró el jueves un monumento en memoria de nueve ciudadanos mexicano-estadounidenses que fueron emboscados y asesinados en el norte de México por presuntos sicarios del narcotráfico.
Fue erigido en el pequeño pueblo de La Mora, en el estado norteño de Sonora, cerca del sitio donde los grupos fueron masacrados el 4 de noviembre de 2019 en un camino rural.
La gobernadora del estado, Claudia Pavlovich, dijo que el monumento es un testimonio de hechos “que no deben suceder jamás”.
Los asesinatos de tres mujeres y seis niños de las familias Langford, LeBarón y Miller conmocionaron a México.
Amber Ray, hermana de la víctima Dawna Ray Langford, dijo que el monumento es "un recordatorio de que, incluso en una gran tragedia, podemos unirnos y defendernos contra la violencia”.
Las investigaciones iniciales dejan entrever que un conjunto de sicarios de un cártel de la droga surgido en Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos, preparó la emboscada para matar a miembros de un grupo rival. Sin embargo, los familiares de las víctimas dicen que, en un momento dado, los hombres armados debieron haberse percatado de a quién estaban matando.
Las autoridades mexicanas dicen que se ha arrestado a 17 sospechosos y que se han emitido otras 15 órdenes de detención.
López Obrador dijo que los asesinatos dejan ver la necesidad de ofrecer educación y oportunidades laborales a los jóvenes en México, para que no sean reclutados por grupos de narcotraficantes. Mientras tanto, señaló, “vamos a continuar hasta conocer toda la verdad y hacer justicia”.
De hecho, pocos de los aproximadamente 100 homicidios en promedio que ocurren cada día en México reciben la atención e investigación que ha tenido la masacre de estas personas con doble ciudadanía.
Pero el presidente prometió que la era en que los funcionarios se aliaban con un cártel de narcotraficantes para atacar a otro ha terminado.
La comunidad de mexicano-estadounidenses —en su mayoría bilingües— ha vivido en el norte de México durante décadas y se considera mormona, aunque no está afiliada a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
El monumento refleja las raíces y creencias religiosas de la comunidad. Una figura que aparentemente representa al ángel Moroni se ubica encima de una columna giratoria, que en su parte inferior tiene esculturas de las víctimas. Moroni es considerado una figura importante en la teología de los Santos de los Últimos Días.
Los orígenes de la comunidad se remontan al fin oficial de la poligamia hace más de un siglo por parte de esa Iglesia en Estados Unidos, ante lo cual muchas familias que tenían esa práctica decidieron establecer colonias en otros lugares. Muchos de los que viven en el norte de México han abandonado la poligamia a lo largo de las generaciones.