Desde California hasta Pensilvania, gobernadores y alcaldes de todo Estados Unidos están endureciendo las restricciones por COVID-19 en medio de un rebrote que es casi un hecho que empeorará debido a los viajes vacacionales y las reuniones familiares con motivo del Día de Acción de Gracias.
Las autoridades están cerrando negocios o limitando el horario de operaciones, y le ordenan o imploran a la población permanecer en casa y mantener un distanciamiento social para ayudar a detener una oleada de contagios que amenaza con rebasar al sistema de atención médica del país.
“Debo jalar las riendas de nuevo”, dijo el lunes el gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, al reducir de 25 a 10 el máximo de personas permitidas en reuniones en interiores. “No me causa alegría”.
En California, el gobernador Gavin Newsom anunció que activará los “frenos de emergencia” a los planes para reanudar las actividades económicas debido a que el estado está registrando su mayor crecimiento de casos a la fecha, el cual, si no se atiende, tendrá “resultados catastróficos”. La medida significa el cierre de muchos negocios no esenciales en interiores y requiere el uso de mascarillas fuera de casa, con excepciones limitadas.
En tanto, Moderna Inc. anunció que su vacuna experimental contra el coronavirus al parecer tiene una efectividad de más de 94%, con base en resultados preliminares. Hace una semana, Pfizer reveló resultados similares con su propia fórmula.
Las noticias aumentaron la esperanza de que al menos dos vacunas contra el COVID-19 podrían obtener una autorización de emergencia y estar disponibles en Estados Unidos antes de que termine 2020.
Una cifra récord de aproximadamente 70.000 personas estaban hospitalizadas por coronavirus en Estados Unidos el domingo, 13.000 más que una semana antes, de acuerdo con The COVID Tracking Project (Proyecto de Seguimiento de COVID). Los fallecimientos en Estados Unidos están registrándose a un promedio superior a los 1.100 diarios, un incremento de más de 50% en comparación con principios de octubre.
El virus ha causado de más 246.000 decesos y más de 11 millones de contagios confirmados en Estados Unidos.
Líderes de todo el país tenían el Día de Acción de Gracias en cuenta al momento de promulgar restricciones más estrictas en medio de temores de que la festividad se traduzca en un aumento de infecciones.
“En verdad no queremos ver a mamá el Día de Acción de Gracias y enterrarla en Navidad”, dijo el doctor Mark Horne, presidente de la Asociación Médica del Estado de Mississippi, después de que el gobernador extendió la orden de uso de mascarillas a más condados el lunes. “Eso va a suceder. Le dirán ‘Hola’ el Día de Acción de Gracias, ‘fue un placer verte' y después la van a tener que visitar o tendrán una videollamada en la unidad de terapia intensiva o planearán un pequeño funeral antes de Navidad".
En Nuevo México, la orden de la gobernadora Michelle Lujan Grisham de confinarse en casa entró en vigor el lunes. Sólo negocios considerados esenciales, como tiendas de abarrotes y farmacias, estarán abiertos.
El gobernador de Washington, el demócrata Jay Inslee, ordenó el cierre de gimnasios, boliches, salas de cine, museos y zoológicos. Las tiendas deberán limitar su capacidad a 25%.
Las personas que no compartan vivienda tendrán prohibido reunirse en el estado de Washington, a menos que hayan estado en cuarentena. No existe un mecanismo para vigilar el cumplimiento de la medida. Inslee indicó que espera que las personas la cumplan.
La alcaldesa de Chicago, Lori Lightfoot, hizo un llamado a los habitantes de la tercera ciudad más grande del país a limitar sus reuniones a un máximo de 10 personas a partir del lunes. En sus instrucciones, que no son obligatorias, instó a los residentes a permanecer en casa salvo para actividades esenciales, como ir a trabajar o a comprar comida.
Filadelfia prohibió el servicio de restaurantes en interiores y las reuniones en interiores de cualquier tamaño, públicas o privadas, entre personas que no vivan bajo el mismo techo, a partir del viernes.
En Michigan, la gobernadora demócrata Gretchen Whitmer advirtió que, de ser necesario, cuenta con la autoridad para emitir una segunda orden de confinamiento para contener la propagación del coronavirus, y que el asesor científico del presidente Donald Trump, Scott Atlas, fue “increíblemente imprudente” al llamar a la población a “levantarse” contra las más recientes restricciones en el estado.
Durante el fin de semana, Whitmer anunció la suspensión de clases presenciales en secundarias y universidades, canceló el servicio de restaurante en interiores y ordenó el cierre de centros de entretenimiento durante tres semanas. Los tamaños de las reuniones también se restringirán.
Catorce hombres fueron acusados el mes pasado por un supuesto plan para secuestrar a la gobernadora debido a que estaban molestos por las restricciones que implementó para combatir al COVID-19.
En un tuit posterior, Atlas afirmó que “nunca” alentaría o incitaría a la violencia.
Incluso el gobernador republicano de Dakota del Norte Doug Burgum, quien se opuso a ordenar el uso de mascarillas durante varios meses, implementó dichas restricciones durante el fin de semana en medio de un severo brote en la entidad.
Sin embargo, varios otros gobernadores republicanos tomaban medidas progresivas, o se oponían a hacerlo, y seguían prefiriendo la “responsabilidad personal” que las órdenes del gobierno. El mandatario de Oklahoma, el republicano Kevin Stitt, anunció que todos los bares y restaurantes deben dejar una distancia de 1,8 metros (6 pies) entre mesas y suspender el servicio presencial a las 11 de la noche.
En Dakota del Sur, un estado sumamente castigado por la pandemia, la gobernadora Kristi Noem se opuso a ordenar el uso de mascarillas y otras restricciones.
El gobernador de Texas Gregg Abbott ha enfatizado en los últimos días que se espera que nuevos tratamientos y vacunas estén disponibles pronto.
El vicepresidente Mike Pence mantuvo su optimismo el lunes durante una conferencia telefónica con gobernadores, señalando que el gobierno federal está listo para ayudar a los estados en donde los hospitales estén cerca de su capacidad máxima y enfatizó que las vacunas no tardan en llegar.
“Estados Unidos nunca ha estado más preparado para combatir a este virus”, declaró.