Japón declara la guerra al sello de tinta personal

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El gobierno japonés ha declarado la guerra a los sellos personales de tinta hanko que se estampan en todo tipo de documentos, desde recibos de entrega de mercadería a certificados de casamiento, pero su huella en la sociedad será difícil de borrar por completo.

Con el objetivo de acelerar la transición hacia una sociedad digital, el nuevo primer ministro Yoshihide Suga ha denigrado a estos pequeños sellos que frenan la adopción del teletrabajo frente a la pandemia, forzando a muchas personas a acudir a la oficina para sellar los documentos.

Takahiro Makino fabrica hanko de alta calidad, de diminutos caracteres chinojaponeses grabados a mano, y duda que su oficio vaya a desaparecer.

"No necesitamos usar cosas que ya no se necesitan, pero por otro lado un objeto valioso siempre sobrevivirá", declaró a la AFP este hombre de 44 años.

En el pasado los usaba la nobleza en toda Asia y en Japón llevan presentes desde hace casi 2.000 años.

En su taller de Tokio, Makino comienza pintando con tinta negra en un cuadrado de madera el nombre de la persona o empresa que figurará en el sello, después lo corta con un buril. Lo hace con sumo cuidado.

"Aunque se use el mismo tipo de letra, cada sello es diferente" porque cada artesano "le da un toque ajustándose a las necesidades del cliente", explica.

- Símbolo de la edad adulta -

Los sellos ornamentados como los de Makino cuestan cientos de dólares. Con frecuencia los padres se los regalan a sus hijos cuando alcanzan la mayoría de edad.

Hay versiones más asequibles a la venta en cualquier tienda para usarlas a diario.

El exministro de Defensa Taro Kono, encargado desde septiembre de liderar la reforma administrativa de Japón, encabeza la campaña antihanko.

Se opone a su uso sistemático en los ministerios. Pone como ejemplo el caso de un documento que tuvo que ser sellado por más de 40 personas para validar una decisión.

Los llamamientos del gobierno contra la burocracia parecen dar sus frutos: la agencia nacional de la policía ya anunció que dejará de imponer el uso del hanko el próximo año.

El conglomerado industrial Hitachi también se apuntó y tiene la intención de prohibirlos para documentos internos de aquí a marzo de 2022.

Pero la batalla cultural queda pendiente. "Una vez me pidieron que pusiera mi sello en un papel, que lo escaneara y lo enviara" por correo electrónico, comenta Sayuri Wataya, de 55 años, un empleado en la edición.

- Responsabilidad individual -

La rigidez y complejidad de la jerarquía, omnipresente en las empresas japonesas, también puede frenar la transición digital, considera Takayuki Watanabe, del Instituto de Investigación de Japón.

"Con frecuencia necesitas el sello de tu superior, después los del jefe de equipo, del jefe de sección y del jefe del departamento" para validar un solo documento, enumera.

Por norma, la persona con más jerarquía coloca su sello a la izquierda, y los de sus subordinados están ladeados hacia el suyo, como si se inclinaran ante él.

Esta acumulación de tinta simboliza que la decisión se ha tomado de forma colectiva, "porque todos quieren estar en el mismo barco" en caso de problema, opina el contable Tetsuya Katayama.

"En Japón, nadie quiere asumir la responsabilidad solo", recuerda.

Según Watanabe, la campaña gubernamental antihanko solo será eficaz si cambia la mentalidad y la forma de aprobar las decisiones, si se avanza hacia una mayor responsabilidad individual.

En caso contrario, aunque las empresas digitalicen la burocracia, podrían reemplazar el hanko "por la obligación de tener que presionar un botón muchas veces", advierte Watanabe.

Paradójicamente, Keiichi Fukushima, un alto cargo de la asociación de fabricantes de hanko, no ve con malos ojos los proyectos del gobierno.

Reducir el uso del hanko podría devolver a estos sellos la importancia que tuvieron en su día, cuando se usaban solo para ocasiones especiales, alega Fukushima. "Sería una buena ocasión de mostrar hasta qué punto la costumbre del hanko es importante".

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