MADRID, 9 (EUROPA PRESS)
Más de 100.000 personas corren el riesgo de quedarse sin protección por el progresivo cierre de los campamentos de desplazados internos en Irak, un "limbo" que tiene al Consejo Noruego de los Refugiados (NRC) "extremadamente preocupado" por llegar en plena pandemia de coronavirus y con el invierno a la vuelta de la esquina.
La ONG ha denunciado que los campos de Bagdad, Kerbala, Divala, Suleimaniya, Anbar, Kirkuk y Nínive se están cerrando sin apenas tiempo para que sus habitantes puedan prepararse. Las autoridades asumen que estas personas volverán a sus zonas de origen, pero muchos proceden de barrios aún destruidos o corren el riesgo de ser perseguidos si regresan.
El secretario general del NRC, Jan Egeland, ha advertido en un comunicado de que "cerrar los campamentos antes de que los residentes quieran o puedan volver a sus casas no sirve para acabar con la crisis de desplazamiento", sino que agrava un "círculo vicioso" y hace a los desplazados "más vulnerables que nunca".
Uno de los enclaves afectados es el de Hamman al Alil, gestionado por NRC. Unas 600 familias han recibido avisos para abandonar la zona en los próximos días y la ONG echa en falta un plan claro para los afectados por parte de las autoridades, que se estarían limitando a ordenar el desalojo.
Ahlman, de 49 años, considera su "casa" el campamento de Hamman al Alil. "¿Por qué me obligan a irme de mi casa? Me quedaré sin techo. Para mí, es como un funeral", lamenta emocionada esta mujer que llegó a la zona procedente de Mosul, adonde se plantea ahora regresar para vivir bajo una tienda.
Otros ni siquiera pueden conservar la tienda bajo la que duermen, ya que se han visto obligados a venderlas para costearse el transporte que les llevará de vuelta a sus lugares de origen. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ya ha detectado que casi la mitad de los afectados por otros desalojos han terminado viviendo a las afueras de las ciudades, en condiciones precarias.