Finalmente Dave Roberts puede saborear un título de la Serie Mundial.
El manager guió el martes a los Dodgers de Los Ángeles a la conquista de su primer cetro desde 1988, al imponerse 3-1 sobre los Rays de Tampa Bay en el sexto juego.
“¡Éste es nuestro año!”, exclamó Roberts, lo que desató las aclamaciones de unos 11.000 fanáticos en Texas.
Roberts hizo lo que no lograron varios antecesores, incluidos Joe Torre y Don Mattingly: conseguir un campeonato para los seguidores de los Dodgers, que lo ansiaban cada vez más. Se unió a dos miembros del Salón de la Fama, Walter Alston y Tom Lasorda, como los únicos managers en lograrlo.
“Tuve la extraña sensación de que esto daría frutos”, expresó.
Emocionado, el piloto compartió abrazos con sus jugadores después del último out.
“Todo está ocurriendo muy rápido. Evidentemente me siento como en la Luna”, dijo.
Roberts ha llevado a Los Ángeles a los playoffs en cada una de sus cinco temporadas. Con ello ha extendido la racha del equipo, de ocho títulos consecutivos en la División Oeste de la Liga Nacional.
Pero no había alcanzado la meta principal. Y las críticas arreciaban.
Fue abucheado en el quinto juego por los pocos fanáticos a quienes se permitió ingresar en el Globe Life Field de Arlington, Texas.
El público, mayoritariamente a favor de Los Ángeles, no quería que Clayton Kershaw se marchara tan pronto, pero Roberts se apegó a lo planificado. Quería que su as veterano enfrentara a una veintena de bateadores (fueron 21), antes de ser relevado. Kershaw se marchó tras sacar los primeros dos outs de la sexta entrada.
Los Dodgers ganaron por 4-2.
Fue curiosa la reacción de los fanáticos. En años anteriores, habían criticado a Roberts por dejar a Kershaw demasiado tiempo, provocando el desastre. Le cuestionaban el uso de los relevistas, muy pocos para algunos, demasiados para otros.
Y cuando los fracasos llegaban, la culpa era de Roberts.
Pero el piloto rara vez cambió su disposición. Es popular entre sus peloteros y por ganarse la confianza del roster. Suele ser amigable y optimista, muy distinto a Lasorda, conocido por gritón.
“Trato de no tomarme las cosas de manera personal”, indicó. “Siempre va a haber escépticos, pero esto es algo que nadie nos puede quitar”.