Sin estadio ni campeonato, el fútbol quiere volver a abrirse camino en Mosul

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Mohammed Fathi no reconoce el estadio, el mismo que en el pasado su equipo, el Mosul SC, disputaba sus partidos. Los yihadistas lo convirtieron en uno de los escenarios del horror y hoy, tres años después de la guerra que los obligó a partir, apenas quedan ruinas.

Desde que el grupo yihadista Estado Islámico (EI) autoproclamase su califato en 2014, la provincia al completo de Nínive, la segunda más grande de Irak, dejó de contar con representación en los campeonatos nacionales.

"Mosul ya no tiene ningún estadio", se lamenta Fathi, entrenador desde hace quince años. "Y por desgracia el gobierno de Bagdad no ha entendido el fútbol devolverá la vida a Mosul y a sus habitantes", que pusieron punto final a tres años de ocupación del EI en el otoño boreal de 2017, agrega el hombre.

Antes, Mosul contaba con tres estadios: el del Mosul SC (20.000 localidades), el de la Universidad (8.000) y un tercero de 1.000.

La gran ciudad aristócrata y comercial fue fuente de talentos para la selección nacional de los que todos hablan todavía: Hawar Mulla Mohammed, que conquistó la Copa de Asia en 2007, o Haris Mohammed, miembro del único equipo que fue al Mundial, en México-1986.

Hoy, el histórico club tiene que entrenar sobre tierra delante de unas gradas que aún reflejan el impacto de las balas y los obuses.

- "Estadio del terror" -

Pero Mosul pretende regresar al campeonato iraquí, después de diez años de ausencia, de guerras repetitivas y pese a la imposibilidad, durante la mayor parte del tiempo, de viajar a través del país.

De hecho ya hubo un intento. En 2014, el club se preparaba para su vuelta al campeonato nacional, pero la fulgurante irrupción del EI redujo a cenizas sus esperanzas.

Tres años después de la liberación, el club fundado en 1947 logró al fin el derecho a jugar este año y tratar de lograr su clasificación para la primera división por decimonovena ocasión en su historia.

En sus mejores tiempos, los aficionados denominaban al recinto del Mosul SC "el estadio del terror" porque prometían hacer pedazos, desde un punto de vista futbolístico, a los equipos rivales.

Pero en 2014, el apodo tomó otra dimensión. Los hombres del EI circulaban en sus 4x4 ondeando sus banderas negras para hacer reinar el terror, buscando armas escondidas bajo las tribunas, cuenta a la AFP Omar Al-Maussuli.

Pese a todo, el fútbol continuó latiendo sobre estadio, que el EI alquilaba a precio de oro a los escasos aficionados que osaban aventurarse en su interior a dar unas patadas al balón, comprometiéndose a vestir pantalones por debajo de las rodillas, camisetas sin ninguna sigla o escudo, y sobre todo con la obligación de detener el partido para rezar cuando se escuchaba la llamada del muecín.

Para verificar que sus leyes integristas se cumplían, "veíamos a veces llegar un 4x4 con hombres armados y, por miedo, abandonábamos el lugar", recuerda Maussuli.

- Corrupción -

Los estadios de Mosul no sólo sufrieron la ocupación yihadista. Una vez liberados, se reencontraron con un mal endémico en el país: la corrupción.

"Una ONG extranjera comenzó a reconstruir el estadio del Mosul SC, pero la dirección provincial de deportes concedió las obras hace dos años a un empresario", informa el periodista deportivo Talal Al-Ameri.

Las obras quedaron en punto muerto. La adjudicación fue realizada con el aval del ministerio de Juventud y Deportes y cuando llegó a dirigirlo Adnan Darjal, exinternacional iraquí de fútbol, decidió revisar el caso.

"Debido a sospechas de corrupción, el nuevo ministro suspendió todo", explica Al Ameri a la AFP.

Pero sin estadio, no solo es difícil volver al campeonato sino también que surjan talentos, se lamenta Maytham Yunes.

Este entrenador del equipo aficionado "Al-Mustaqbal", "el futuro", en árabe, continúa haciendo correr y marcar a sus jugadores ante un público escaso, en la tierra del barrio de Al-Bakr.

"Tenemos muchos talentos. Pero sin estadio, imposible que se les conozca", asegura.

Y como el resto de Mosul, Maytham Yunes espera.

El técnico sueña con reencontrar las gradas, los cánticos de los aficionados, y, tal vez un día, la victoria. En casa.

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