CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Las palabras de un papa nunca dejan a la sociedad indiferente y los comentarios de Francisco sobre la unión civil entre homosexuales han suscitado todo tipo de interpretaciones en muchos rincones del planeta: unos lo ven como un gran paso hacia la igualdad de derechos; otros como una afrenta a la doctrina católica.
En Filipinas, las autoridades vieron potencial para avances políticos al aliento de esas declaraciones. En Zimbabue, activistas por la diversidad sexual aplaudieron el comentario pero dudaban que se tradujera en cambios rápidos en un país donde la discriminación contra la comunidad LGBT sigue muy extendida.
Pero en ningún sitio estuvo la reacción más dividida que en América Latina, donde la Iglesia Católica es todavía una institución de enorme influencia.
A principios de año, Costa Rica se convirtió en el sexto país latinoamericano en permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, algo que también está permitido en algunos estados de México así como en Brasil, Argentina, Colombia y Uruguay. Ecuador lo legalizó el año pasado y Panamá está justo ahora en medio de un acalorado debate sobre el tema.
Parte del impulso a favor de garantizar estos derechos tuvo como origen una declaración de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de enero de 2018. En ella se indicaba que los 25 países que habían firmado la Convención Americana de los Derechos Humanos tenían que garantizar que todos los derechos de los que gozan las parejas heterosexuales fueran extendidos también a las parejas del mismo sexo.
La iglesia Católica, sin embargo, se ha resistido a esos cambios.
Cuando era arzobispo de Buenos Aires, Francisco apoyó las uniones civiles para parejas gay como alternativa al matrimonio entre personas del mismo sexo. Sus más recientes comentarios proceden de una entrevista de 2019. En aquel momento no fueron divulgados pero se conocieron durante la premier del documental “Francesco” realizada el miércoles.
México fue uno de los países donde se concretó esa mezcla de reacciones a las palabras del pontífice.
“Las conferencias episcopales se han quedado pasmadas”, dijo Hugo Valdemar, exvocero de la Arquidiócesis de la Ciudad de México cuando estaba regida por el cardenal emérito Norberto Rivera, uno de los clérigos mexicanos más conservadores. “Yo creo que va a haber un ominoso silencio de unas y un aplauso de las más liberales”, resumió el religioso, ahora confesor de la catedral metropolitana pero todavía cercano al cardenal.
Desde su punto de vista, los comentarios de Francisco “contradicen todo el magisterio de Juan Pablo II y de Benedicto XVI y eso es lo desconcertante”, indicó. “Aunque no sea un documento oficial es una opinión que el papa no puede permitirse porque no es un monarca con autoridad absoluta, debe actuar en marco de la doctrina de la Iglesia”.
“Es una situación profundamente dramática porque es una opinión que ahonda la división de la iglesia, el cisma de facto que ya hay”, subrayó. “A los enemigos del papa les va a dar todas las armas para atacarlo”.
La división entre el clero mexicano es evidente y en el sector más liberal del catolicismo las palabras del pontífice fueron una bocanada de aire fresco.
“Me alegro muchísimo de que se abra una puerta nueva en la Iglesia para las personas que todavía no tienen cabida en ella porque Dios nos va a preguntar por ellas”, dijo el obispo de Saltillo, Raúl Vera, quien aseguro que se trata de un “gran paso” y de un mensaje “para el mundo” que algunos no quieren ver y por eso dicen que se está malinterpretando.
El religioso de 75 años, heredero de la Teología de la Liberación y que este verano presentó su renuncia al papa aunque Francisco todavía no la ha aceptado, agregó que es "importantísimo que iniciemos una nueva etapa en la relación de la Iglesia Católica con la familia LGTB en el mundo”.
Del mismo modo entendió Aldo Dávila, el primer diputado guatemalteco que abiertamente se ha declarado gay.
“Esta muestra de tolerancia, amor y respeto a la gente es importante, sobre todo ahora que vemos que países de Centroamérica están evolucionando; Panamá está hablando del tema, México y Costa Rica ya han aprobado leyes, quizás esto puede contribuir”.
Las reacciones en muchos puntos de la región dejaron claro que los cambios, si es que llegan, no serán un camino sencillo.
Monseñor Daniel Fernández Torres, obispo de la ciudad de Arecibo en Puerto Rico, rechazó las “supuestas declaraciones” del Papa porque, dijo, "no pueden cambiar la doctrina de la Iglesia Católica ni ir en contra de ella”. Y aseguró que él seguirá guiándose por los textos publicados durante el pontificado de Juan Pablo II que afirman que el respeto a los homosexuales no significa que se apruebe su conducta ni que se deba legalizar su unión.
En La Paz, Bolivia, David Aruquipa que desde hace 11 años lucha para que se reconozca legalmente la relación con su pareja, Guido Montaño, era optimista. “Creo que ha sido muy atinado (...) para que todos tengamos los derechos civiles de cualquier pareja y familia”.
Uno de los escenarios más complicados se vive en Zimbabue, un país con más de un millón de católicos y donde la homosexualidad aún provoca el escarnio público. “Sufrimos humillaciones como la criminalización de las relaciones sexuales entre hombres o mordaces ataques de nuestras autoridades”, lamentó Chester Samba, director de Gays y Lesbianas, un grupo que lucha por los derechos de este sector de la población y que confió en que las palabras de Francisco tengan algún efecto.
Y en el país con más católicos de Asia, Filipinas, la condena de la jerarquía eclesiástica se combinó con el optimismo de los políticos.
Harry Roque, portavoz del presidente Rodrigo Duterte, dijo que el mandatario ha apoyado las uniones civiles entre personas del mismo sexo desde hace tiempo, con lo que la postura del papa podría terminar de convencer a los legisladores de que aprueben la propuesta. En el pasado, tales iniciativas eran rechazadas o se esquivaba debatirlas por el temor a la ira de la influyente jerarquía católica.
“Nada menos que con el papa apoyándolo, creo que incluso el más conservador de todos los católicos en el Congreso ya no debería tener argumentos para oponerse", indicó Roque.
De vuelta en América Latina, mientras cada uno interpreta a su manera los comentarios del papa y los religiosos más cautos esperan que Francisco los aclare, académicos como Fernando González, del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México y autor de varios libros sobre el Vaticano, minimizó su transcendencia.
“Yo tomaría con pinzas esa declaración”, dijo. "Se presta a esperanzas vanas y equívocas y que no provocará cambios” porque la Iglesia se ha caracterizado por sus contradicciones y por no pasar de las palabras a los hechos.
Por eso, la calle y los tribunales siguen siendo los principales escenarios de la lucha por la diversidad sexual.
En Panamá, este mes más de 300 personas protestaron ante la Corte Suprema que tiene pendiente resolver desde hace casi cuatro años tres demandas de parejas del mismo sexo que se casaron en el exterior y que piden que se permita legalizar su unión en el país.
Iván Chanis, presidente y activista de la Fundación Iguales, estaba esperanzado. “Hoy la Iglesia Católica se acerca a lo que muchas sociedades del mundo ya reconocen: el respeto a la parejas del mismo sexo y su aspiración a formar familia”.
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Los periodistas de Associated Press Danica Coto (San Juan, Puerto Rico); Juan Zamorano (Panamá); Paola Flores (La Paz, Bolivia); Sonia Pérez D. (Ciudad de Guatemala); y Farai Mutsaka (Harare, Zimbabwe) contribuyeron a esta historia.