"En cuanto pueda me voy". En Atenas, un centenar de armenios de Grecia aseguran estar dispuestos a viajar a Nagorno Karabaj para luchar en la guerra entre Armenia y Azerbaiyán, para "defender la patria" y no "revivir un genocidio".
El joven grecoarmenio Iakovos Stamatiadis "no puede quedarse de brazos cruzados" mientras "atacan" a sus compatriotas.
Desde el 27 de septiembre, inicio de la guerra entre Armenia y Azerbaiyán en Nagorno Karabaj, provincia disputada por los dos países, el Centro social y cultural Hayastan de Atenas vive al ritmo de llamadas constantes de armenios de Grecia.
"En cuanto pueda, me voy. Esto preparado desde el primer día de los combates", dice Harout Garabetian, con el rostro tenso.
Como un centenar de personas, este padre de familia se ha presentado voluntario en el Centro Hayastan para ir a Nagorno Karabaj y ayudar al ejército armenio.
"Si perdemos esta guerra... no queremos revivir un genocidio", dice este hombre nacido en Beirut, que empuñó las armas cuando era un adolescente en Líbano "para protegerse y proteger a la comunidad".
"Mi esposa es armenia, su familia está allí. Ella me apoya e iría conmigo si no tuviéramos hijos", asegura.
En la sede del centro Hayastan, varios hombres de todas las edades miran vídeos en sus teléfonos móviles de combates en las mesetas áridas, fosas comunes, soldados sin vida...
"Una forma de informarse sobre la realidad del terreno", dice Joseph Kassessian, uno de los responsables del centro, que anota a los voluntarios.
"Hemos creado una lista para registrar los perfiles y los comunicamos al ministerio (armenio) de Defensa. Hacemos la lista de las necesidades, juntamos medicamentos. Nos consideramos como un puente entre los dos países", declara a la AFP.
Por el momento, nadie ha ido. Pero en cuanto se reanuden los vuelos entre Atenas y Erevan, suspendidos por el coronavirus, Harout Garabetian comprará su billete. "Con o sin acuerdo de las autoridades", dice este padre de familia.
Iakovos Stamatiadis, de 30 años, está también determinado a ir cueste lo que cueste a Nagorno Karabaj. "Mi familia y mis allegados envían dinero, hacen donaciones, pero yo, la mayor ayuda que puedo aportar es en el frente".
Este grecoarmenio, cuya experiencia de armas se resume a un servicio militar de algunos meses, no ha vuelto a su país desde hace quince años.
Contactada por la AFP, la embajada Armenia en Grecia confirma que recibe llamadas diarias de la diáspora armenia en el país. "Imposible decir cuántos" pero son "numerosos" los que quieren ir "para ayudar a sus hermanos", dice la embajada, que no realiza ninguna gestión para el envío de personas.
- "Memoria común" -
Entre los voluntarios figuran también griegos sin vínculos con Armenia, señala el Centro Hayastan. "Manifiestan la necesidad de combatir de lado de los armenios", dice Kassessian. Pero no son "mercenarios", precisa, en referencia a los combatientes sirios supuestamente pagados por Turquía para combatir del lado de Azerbaiyán.
"Griegos y armenios tienen una relación muy fuerte. Son dos pueblos que comparten una historia con una memoria común, marcada por el doloroso recuerdo de persecuciones bajo el imperio otomano", explica Panayota Manoli, profesora de relaciones internacionales de la Universidad del Peloponeso.
Estas poblaciones han tejido lazos sólidos y la comunidad armenia de Grecia, estimada en 80.000 personas, encuentra en los griegos un apoyo inquebrantable.
La "percepción de un enemigo común (Turquía) forja un imaginario y se convierte en motor para numerosos griegos y armenios", señala la profesora que recuerda recientes tensiones greco-turcas sobre la delimitación de zonas marítimas "que acercan" a los dos pueblos.
Varios centenares de manifestantes desfilaron el miércoles en Atenas hasta la embajada de Turquía para denunciar la injerencia turca y reclamar el fin de los combates.
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