LA PAZ (AP) — Los candidatos cerraron sus campañas para las elecciones presidenciales del domingo en Bolivia en un clima de inquietud que hizo que la gente se volcara a los mercados para aprovisionarse ante el temor de posibles conflictos después de los comicios.
“Pensaron que iban a matar al Movimiento al Socialismo (MAS), pero aquí estamos vivos”, dijo Luis Arce, delfín del expresidente Evo Morales, ante una multitud que no observó los protocolos contra el COVID-19 en la vecina ciudad de El Alto, reducto de ese partido.
Las encuestas dan como favorito a quien fuera el cerebro del éxito económico de Morales en sus casi 14 años en el gobierno.
El expresidente Carlos Mesa, de la alianza centrista Comunidad Ciudadana (CC), cerró su campaña llamando al voto contra el MAS en Santa Cruz, el motor económico del país y con un creciente poder político y un electorado que casi iguala al de La Paz. Las encuestas lo ubican en segundo lugar.
Más efusivo, el empresario y exlíder social de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, culminó una multitudinaria caravana a los pies del emblemático Cristo Redentor de esa ciudad. “Vamos a pedir a nuestro creador... que se haga su voluntad y que él gobierne”, dijo. Camacho es un católico de derecha pero cercano a las iglesias evangélicas y sus alusiones a la Biblia fueron frecuentes durante la campaña.
Las encuestas lo ubican tercero, pero con gran chance de dirimir la disputa en una posible segunda vuelta electoral prevista para el 29 de noviembre.
Para ganar en primera ronda el candidato debe obtener más del 50% de votos o un mínimo de 40% y una diferencia de al menos 10 puntos porcentuales sobre el segundo más votado.
En tanto, a través de un comunicado, la Iglesia Católica, la Unión Europea y las Naciones Unidas hicieron un llamado “al pueblo boliviano y a los actores políticos y sociales a evitar la violencia durante y después del proceso electoral para no crear un clima de confrontación y agresión que impida culminar con éxito el presente proceso de transición democrática". También pidieron respetar los resultados para culminar el proceso electoral.
El jueves podían verse filas en las gasolineras y mucho gente procurando aprovisionarse en los mercados. “Hay que prevenir y es mejor comprarse cositas”, dijo un ama de casa a una televisora local. Las autoridades han llamado a la calma y a evitar el acaparamiento.
Tras el estallido social de fines del año pasado después de unas elecciones anuladas por sospechas de fraude que provocaron la renuncia de Morales, la pandemia obligó a suspender en dos ocasiones los comicios, lo que se elevó la tensión política. La campaña estuvo marcada por protestas.
Bolivia repetirá la elección con la esperanza de zanjar la crisis política.
“Vemos con confianza este proceso electoral”, dijo José Antonio de Gabriel, observador del Centro Carter, uno de los cinco organismos además de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea, que han destacado misiones.
Bolivia es el primer país de Sudamérica en ir a las urnas en medio de la pandemia. La curva de contagios está en descenso, según el Ministerio de Salud, y el órgano electoral amplió el horario y las mesas de votación para evitar aglomeraciones.
Hasta el jueves Bolivia ha reportado 139.141 casos del nuevo coronavirus y 8.377 decesos, de acuerdo con el Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins.
La pandemia también obligó a reenfocar los discursos en la salud, según los analistas.
“Las consecuencias económicas de la pandemia serán el principal desafío en el calendario electoral de Latinoamérica y supondrán una prueba para el liderazgo en la región. A la vez, proporcionará un terreno fértil para alternativas populistas”, comentó a The Associated Press, Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano desde Washington.