LA PAZ (AP) — Bolivia repetirá el 18 de octubre la elección presidencial después de los comicios de hace un año anulados por denuncias de fraude y que desataron un estallido social que forzó la renuncia del presidente Evo Morales, quien buscaba un cuarto mandato.
Con el país polarizado, una economía en crisis y la pandemia del nuevo coronavirus que obligó a postergar por algunos meses la elección, algunos expertos anticipan que estos serán los comicios más disputados desde el retorno de la democracia en 1982.
El PRIMER PRESIDENTE INDÍGENA
Morales, exlíder de los productores de coca, se convirtió en 2006 en el primer presidente indígena en la historia de Bolivia gracias al apoyo de las poblaciones nativas y los sectores urbanos, incluso los de clase media, tras el derrumbe de los partidos tradicionales que habían impulsado políticas neoliberales y cuyas gestiones habían estado marcadas por la corrupción.
Favorecido por el auge de los precios de las materias primas, Morales reorientó la política económica, nacionalizó los hidrocarburos y creó bonos sociales que disminuyeron la pobreza. Pero algunos escándalos de corrupción, denuncias de abuso de poder y su afán de reelegirse para un cuarto mandato precipitaron su caída tras las elecciones de octubre del año pasado que la Organización de Estados Americanos (OEA) denunció como fraudulentas pese a que investigadores en Estados Unidos han puesto en duda ese dictamen.
Enclavado en los Andes y con un vasto territorio en la selva amazónica, Bolivia es un país de contrastes geográficos y sociales. La mezcla de su herencia indígena y española ha dado lugar a una rica cultura mestiza que es orgullo de los bolivianos, pero en la administración del poder ambos sectores han vivido confrontados.
Las elecciones han profundizado esta polarización y las divisiones étnicas, geográficas y socioeconómicas.
LAS TENDENCIAS EN DISPUTA
El país está dividido entre quienes ansían el regreso al poder del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, y quienes rechazan al exmandatario. Desde su asilo en Argentina Morales ha sido uno de los actores más influyentes en la política boliviana y no tiene competidores que provengan de la izquierda.
Su delfín, el exministro de Economía Luis Arce, cerebro del éxito de Morales en sus casi 14 años de gobierno, enfrenta a un electorado de centro y de derecha dividido entre el moderado expresidente Carlos Mesa de la alianza Comunidad Ciudadana (CC) y el empresario y líder social Luis Fernando Camacho de Creemos, que agrupa a la elite empresarial de Santa Cruz, el motor económico del país y el contrapeso de la influencia política de La Paz.
Según la mayoría de las encuestas Arce es quien posee mayor intención de voto, aunque no le alcanzaría para ganar en primera vuelta y podría verse complicado en un eventual balotaje si se unen los votos del centro y de la derecha. Algunos sondeos, sin embargo, anticipan que Arce podría dar una sorpresa en la primera vuelta.
Mesa ha sumado apoyo luego de que la presidenta interina Jeanine Añez se bajara de la competencia después de caer en las encuestas. También el expresidente Jorge Quiroga se retiró de la carrera y ambos han llamado a concentrar en el voto a favor de las opciones con más posibilidades “para frenar el regreso del MAS”.
Para ganar en primera vuelta se precisan la mitad más uno de los votos o un mínimo de 40% de los sufragios y una diferencia de al menos 10 puntos porcentuales sobre el segundo candidato más votado.
El SISTEMA ELECTORAL Y LA PANDEMIA
Tras la renuncia de Morales el Tribunal Supremo Electoral (TSE) fue renovado y tiene más credibilidad que el anterior. Su presidente, Salvador Romero, anunció la aplicación de un sistema de conteo rápido de votos para que se conozcan los resultados antes del cómputo oficial, que demora varios días.
En las elecciones del año pasado la interrupción del conteo de votos en un momento crucial dio pie a sospechas y prendió la mecha de las protestas que terminaron forzando al renuncia de Morales.
La OEA, la Unión Europea, el Centro Carter y la Unión de Organismos Electorales de Latinoamérica han desplegado observadores.
El voto es obligatorio pero la duda es si habrá una alta participación del electorado debido a la pandemia del nuevo coronavirus. Aunque la curva de contagios está en descenso, las autoridades han advertido sobre un posible rebrote debido a las concentraciones políticas. Hasta el miércoles de octubre Bolivia había reportado 138.922 casos de coronavirus y 8.351 decesos.
El COVID-19 obligó a suspender los comicios en dos ocasiones, agravó la crisis económica y reorientó el discurso de los candidatos. Bolivia será el primer país en Sudamérica en ir a las urnas en medio de la pandemia.
¿QUÉ VIENE?
Los analistas vaticinan que el ganador de las elecciones no lo hará por un gran margen de diferencia y que lo más probable es que el próximo gobierno tenga que lidiar con una Asamblea Legislativa dividida. El peor escenario podría ser que alguno de los candidatos no reconozca los resultados, dijo la profesora de Sociología de la estatal Universidad Mayor de San Simón, María Teresa Zegada.
En mucho sectores existe el temor de que los resultados de los comicios activen nuevas protestas.
Para impedirlo es necesario un pacto entre las fuerzas más votadas. “No hay plan B”, según Zegada. “No importa quién gane, Bolivia será extremadamente difícil de gobernar en el futuro”, coincidió Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, con sede en Washington.