El fútbol sirio, golpeado también por la devaluación de su moneda

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"Una maldición", se enfada el empresario sirio Iyad Al Sibaii. Este presidente de un club de fútbol de Homs se enerva ante el precio disparado de los traspasos y las peticiones salariales de los jugadores, en un momento de crisis económica y de pérdida de valor de la moneda nacional.

En Siria, un dólar equivalía a 50 libras sirias al principio de la guerra en 2011. Hoy hacen falta más de 2.000 libras para obtener un billete de dólar en el mercado negro.

La caída del valor de la moneda se ha ido acelerando con la intensificación de la crisis por la pandemia del covid-19, que ha conllevado una explosión de los precios de todos los productos y servicios.

El deporte, y especialmente el fútbol, no han sido ajenos a este fenómeno y los jugadores ven deteriorarse su poder adquisitivo, por lo que reclaman revalorizaciones salariales.

"El profesionalismo se ha convertido en una maldición (...) Me he visto sorprendido por las peticiones de jugadores con los que habíamos firmados anteriormente contratos razonables", afirma Iyad Al Sibaii, presidente del club Al Wathba de Homs (noroeste), a menos de un mes de que el 21 de octubre arranque la nueva temporada.

Su club ve imposible sostener el presupuesto: "Necesitaremos para la próxima temporada (...) de 400 a 500 millones de libras (entre 198.000 y 245.000 dólares), sabiendo que los fondos propios del club no superan los 160 millones de libras (81.000 dólares)", dice.

- Sin público -

En casi diez años de guerra, la liga nacional apenas estuvo suspendida al inicio del conflicto, en 2011. Después de la bajada en la intensidad de los combates vino sobre todo la crisis económica, agravada con la pandemia del coronavirus.

Esta sucesión de desastres ha supuesta una carrera de obstáculos para los responsables del fútbol.

Desde 2012, el fichaje de jugadores extranjeros se detuvo y el campeonato nacional perdió atractivo para los jugadores sirios, que acuden en gran número a los torneos de países del Golfo.

Después de un parón en el campeonato por la pandemia, como en casi todo el mundo, los partidos de fútbol en Siria se disputan sin público, lo que priva a los clubes de importantes ingresos.

Algunos clubes, como el Al Jazirah (provincia de Hassaké), han tenido que suspender su participación en la liga por la crisis.

Pese a todo, el vigente campeón, el Tishreen (sede en Lattaquié), consiguió la anterior temporada atraer a jugadores de renombre. Principalmente, a Ward Al Salama, el mediocampsita que marcó el pasado noviembre el único gol de la selección de Siria contra Filipinas en las eliminatorias para el Mundial-2022.

- Inversores y aficionados -

Los clubes, propiedad en su mayor parte del Estado, cuentan con padrinos y mecenas (empresarios o empresas que invierten o hacen donativos) para mantenerse a flote.

"No hemos determinado todavía el presupuesto y confiamos en (Samer) Foz, que patrocina a nuestro equipo", afirma Khaled Tawil, presidente del club Hattine Al Sahili, que cita al adinerado magnate sirio del sector inmobiliario, de las finanzas y de los medios.

Para muchos presidentes de clubes, las solicitudes económicos de los jugadores requieren nuevas inversiones.

"Tienen derecho a pedir contratos mejor pagados. Debido a la depreciación ganan cuatro veces menos que antes", contó el entrenador del Hattine Al-Sahili, Hussein Afach.

En la capital, el club Al Wehda, muy popular, ha renovado a todos sus jugadores, firmando igualmente nuevos contratos con tres grandes nombres del fútbol sirio, Osama Omari, Hamid Mido y Mohamed Al Zeno.

Pero los nuevos contratos, incluso revisados, "no son suficientes para asegurar el futuro" de los jugadores, afirma el atacante Omari, que admite sin embargo que su poder de compra es sensiblemente mejor que el de otros jugadores en su país.

Los clubes incluso acuden a sus aficionados para obtener apoyo financiero.

Es lo que hizo el Al Ittihad de Alepo, ocho veces campeón de Siria y ganador de la Copa de la Confederación Asiática de Fútbol en 2010, que solicita colaboración a los aficionados para cubrir un presupuesto que ha pasado a ser de dos veces más que el anterior.

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