CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Mucha gente se ha estado beneficiando de la pandemia del coronavirus en México, donde los precios de los tanques de oxígeno, el alcohol con fines medicinales y los barbijos están por las nubes. La manifestación más cruel de esta explotación de la pandemia es la de las “ambulancias piratas”, que se aprovechan de la desesperación de los pacientes.
Vehículos a menudo destartalados y mal equipados recorren las calles de la Ciudad de México escuchando las frecuencias de los despachadores de ambulancias y tratan de llegar antes que las ambulancias legítimas a los sitios donde hay emergencias médicas. Cobran sumas astronómicas a los parientes de los pacientes para llevarlos a un hospital y a veces hasta los llevan a clínicas privadas mal equipadas que les pagan por hacerles llegar pacientes.
Activistas y las autoridades médicas dicen que las “ambulancias patito”, como les dicen en México, no solo son un servicio abusivo, sino también peligroso. Inspecciones recientes revelaron que muchos de estos vehículos no tienen suficiente equipo, son operados por personal no capacitado y llevan medicinas que han expirado.
Rachel Sieder, profesora universitaria de la capital, fue víctima de una ambulancia pirata el 11 de agosto, cuando una amiga sufrió lo que parecía ser un ataque de epilepsia en su departamento. Familiares llamaron al 911, el número de emergencias en México, que despacha ambulancias gratis. Pero se le apareció una ambulancia pirata primero.
Le cobraron 7.300 pesos, el equivalente a casi 350 dólares, por un viaje de 8 kilómetros (5 millas) a un hospital, una suma comparable a la que se cobra por servicios autorizados en Estados Unidos, astsronómica en un país donde equivale a los ingresos de casi 60 días de muchos trabajadores y donde se supone que el servicio de ambulancias es gratis.
Sieder pagó. “Nadie va a regatear por dinero cuando piensa que una persona pudiera estar muriendo”, comentó.
El personal de la ambulancia presionó a los parientes para que se apurasen, diciendo que la presión del paciente estaba muy alta, aunque cuando se les pidió que la volviesen a tomar, era normal.
Cuando pidió un recibo, para solicitar un reembolso y por razones impositivas, le dieron un papel escrito a mano según el cual la empresa de la ambulancia se encontraba en una ciudad provincial a 400 kilómetros (250 millas) de la capital.
Se comunicó por teléfono con esa empresa, llamada Asistencia Bios, y la persona que atendió le dijo que “no tenemos ambulancias en la Ciudad de México”.
Este engaño se usa desde antes de la llegada del coronavirus. Pero la pandemia aumentó la codicia de las ambulancias piratas y algunas cobran extra por transportar pacientes con el COVID-19.
Hace dos semanas, Alejandra Isibasi le dijo a su padre que llamase al 911 para conseguir una ambulancia para alguien que hacía arreglos en su casa y que se había enfermado. Cuando llegó la ambulancia, el personal estabilizó al paciente y lo llevó a una clínica privada, cobrándole el equivalente a 175 dólares, casi la mitad de su sueldo mensual, por un viaje corto.
Isibasi dijo que llamaron al 911 porque es un servicio del gobierno o, en el caso de la Cruz Roja, gratis, operado por profesionales.
“Dije 911 porque entiendo que es la línea de emergencia que te va a mandar lo más pronto posible una ambulancia y es un servicio público o por lo menos un servicio gratuito en el caso de la Cruz Roja. Y que va a venir una persona profesional”, dijo Isibasi. Pero la ambulancia pirata llegó primero.
En abril, cuando el padre de Gustavo Briseño, Manuel, de 78 años, tenía los síntomas del COVID-19, los conductores de la ambulancia le cobraron varias veces la tarifa habitual por llevar a su padre a un hospital.
“Lucran con tu dolor para sacar ventaja”, dijo Briseño. “Cuando normalmente cobran 6.000 (pesos, o 250 dólares), ahora pedían 35.000 (1.400 dlrs). Es ilógico”.
La comisión reguladora de la salud y las medicinas de México pidió a los residentes que eviten las ambulancias que no tienen licencia. Dijo que desde fines del 2018 se hicieron 2.257 inspecciones de vehículos y que muchos eran furgonetas privadas pintadas para que parezcan ambulancias.
Con frecuencia carecen del mantenimiento y el equipo médico básicos, son operadas por personas no autorizadas y dispensan medicinas que han expirado.
Un vocero de la Cruz Roja mexicana, Rafael González, dijo que las ambulancias de ese servicio operan en el marco de un acuerdo con la municipalidad y ofrecen servicios gratis en el sector occidental de la capital. Pero cuando se presentan para atender una llamada, a menudo descubren que una ambulancia pirata se les adelantó.
“Cuando una ambulancia nuestra llega a la escena de la emergencia y se encuentra con una ‘patito’, le decimos al paciente que somos paramédicos de la Cruz Roja Mexicana y le preguntamos si desea que nosotros lo atendamos”, manifestó González. “Si acepta, nos concentramos en su atención. Si solicita que sea la otra ambulancia, nos retiramos del lugar haciendo constar en un documento oficial que el paciente solicitó la atención de otro grupo de emergencia y colocamos el nombre de esa institución”.
Fernando Avilez Tostado, presidente de la fundación sin fines de lucro No Más Negligencias Médicas, dijo que “se sabe que las personas que se dedican a este negocio de carácter particular interceptan llamadas o comunicaciones de emergencia y arriban a los lugares de emergencia antes de que lo hagan unidades del servicio o asistencia pública, como la Cruz Roja, lo que constituye un delito”.
Agregó que con frecuencia tienen arreglos con clínicas privadas que les pagan por llevarles pacientes.
Avilez Tostado dijo que hay un “aumento considerable” en la cantidad de denuncias de colusión de este tipo de transporte con algunos centros hospitalarios de carácter privado, que hacen cobros sumamente excesivos a las personas que requieren atención de emergencia.
Los trabajadores de las ambulancias legítimas son “héroes sin capa”, afirmó Avilez Tostado. “Si en su lugar llega un impostor, se corre el riesgo de que los signos vitales se agraven, o, se pierda la vida”.