Alemania rememora una de las últimas masacres nazis

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El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, inauguró este martes un sitio que conmemora la matanza de más de 1.000 prisioneros, el 13 de abril de 1945, en un campo de concentración en Gardelegen, en el norte de Alemania, una de las últimas barbaridades nazis.

Unos 1.016 prisioneros tuvieron que marchar a pie hacia este pequeño poblado de Baja Sajonia durante varios días y desde diferentes campos, menos de un mes antes del final de la Segunda Guerra Mundial.

Los deportados fueron hacinados en un granero que fue incendiado. Los nazis --soldados de las SS, pero también de la Wehrmacht (fuerza armada)-- además tirotearon y arrojaron granadas hacia el lugar en llamas.

Hasta ahora, solamente un cementerio con cruces blancas recuerda esta masacre.

El jefe de Estado inauguró un sitio de homenaje y un centro de documentación centrado en las largas, frecuentemente fatales, marchas impuestas a los prisioneros de los campos de concentración en las últimas semanas del conflicto.

Su inauguración estaba prevista para abril pasado, 75 años después de la masacre, pero fue pospuesta por la pandemia de coronavirus.

"La matanza, aquí en Gardelegen, fue una de las últimas (...), las tropas estadounidenses se encontraban a pocos km de distancia", rememoró el presidente alemán, en presencia de dos sobrevivientes.

"Estas personas formaron parte de centenares de miles, torturadas, que creían que habían escapado al infierno de los campos. Muchas de ellas fueron enviadas a un nuevo infierno, el de las marchas de la muerte", destacó Steinmeier.

"Los perpetradores (de la masacre) deben haber escuchado los gritos de los prisioneros dentro del granero, pidiendo ayuda, en ruso, polaco, francés, holandés, húngaro, italiano...", continuó.

"Es importante que todos recordemos esto. Que guardemos el recuerdo de crímenes de los cuales, inclusive hoy, numerosos alemanes no saben nada", consideró Steinmeier, deplorando que las fuerzas alemanas hayan "asesinado hasta el último minuto".

El mandatario además lamentó que "solamente unos pocos (de los autores de estos excesos) hayan sido juzgados por crímenes cometidos en esta última etapa de la guerra".

"¡Sí", es una vergüenza que el principal responsable de la matanza de Gardelegen viviera bajo un nombre falso en Düsseldorf (oeste de Alemania) hasta su muerte, en 1994", añadió.

Destacó, sobre todo, la importancia de la memoria de estos crímenes en momentos "en que el pensamiento autoritario y nacionalista desarrolla un nuevo poder de seducción, que hace florecer nuevas teorías del complot".

mat/ilp/bds/age/mis

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