MADRID, 1 (EUROPA PRESS)
Este 1 de septiembre se cumplen 161 años de la mayor erupción solar observada. El denominado Evento Carrington de 1859, escupió cantidades gigantescas de plasma en la dirección de la Tierra.
En aquella fecha, el astrónomo inglés Richard Carrington pudo distinguir desde su observatorio aquella tormenta solar extrema, cómo una de las manchas oscuras en la superficie del Sol se iluminó de pronto y brillaba sobre la superficie solar.
Este fenómeno no se había observado antes y nadie sabía lo que estaba por venir. En la mañana del 2 de septiembre, las primeras partículas de lo que ahora sabemos fue una enorme erupción en el Sol alcanzaron la Tierra.
En los días que siguieron a su observación, una serie de poderosas CME (Eyecciones de masa coronal) golpeó la Tierra con una potencia que no se había sentido antes o desde entonces. Tormentas geomagnéticas intensas provocaron auroras hasta el sur de Cuba y dejaron fuera de servicio líneas telegráficas mundiales, prendiendo fuego a algunas oficinas de telégrafos y deshabilitando así la 'Internet victoriana ".
Registros de los núcleos de hielo de Groenlandia indican que la capa de ozono protectora de la Tierra fue dañada por las partículas energéticas de aquella tormenta solar.
EFECTO CATASTRÓFICO
Una tormenta similar en la actualidad podría tener un efecto catastrófico. Según un estudio de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, el impacto económico total podría exceder los 2.000 millones de dólares sólo en ese país o 20 veces mayor que los costos de un huracán Katrina.
Las erupciones solares son impredecibles y se producen cuando grandes campos magnéticos en la superficie del colapso del Sol. Cuando eso sucede, enormes cantidades de energía magnética se liberan, informa la NASA.