Sídney (Australia).- El gobierno de Nueva Zelanda anunció este viernes que extenderá el confinamiento en la ciudad de Auckland, con 1,7 millones de habitantes la más poblada del país, durante doce días para luchar contra el rebrote de la COVID-19, que fue detectado el martes tras alcanzar la nación 102 días sin contagios locales.
El gobierno de la primera ministra, Jacinda Ardern, decidió ampliar la medida, que entró en vigor el miércoles y terminaba esta medianoche, y también mantener las restricciones sociales al resto del territorio neozelandés por este brote con origen desconocido hallado a principios de semana en cuatro miembros de una misma familia y que ya suma 29 contagios locales en todo el país.
"Al mantener nuestro enfoque de cautela y filosofía de atacar (al virus) con fuerza y de forma temprana, hoy el Gabinete acordó mantener las medidas actuales por otros doce días, con lo que se completarán dos semanas" de confinamiento, anunció la mandataria.
El período de confinamiento de dos semanas, que está vinculado al ciclo de incubación del coronavirus, permitirá a las autoridades establecer un perímetro del foco, aislarlo y poder sopesar un potencial relajamiento de las medidas.
El Gabinete de Ardern, quien se encuentra inmersa en la campaña electoral para los comicios del 19 de septiembre -cuya fecha de momento se mantiene-, se reunirá de nuevo el 21 de agosto para decidir los siguientes pasos a tomar.
La mandataria explicó, tras una reunión con su Gabinete, que el brote se detectó "relativamente temprano", al apuntar que el primer caso está vinculado con un trabajador de una empresa de transporte y refrigeración que enfermó el 31 de julio.
"Pero pueda ser que este no sea el origen del brote", recalcó la primera ministra al enfatizar que las autoridades sanitarias han demostrado anteriormente su capacidad de contener los focos, a pesar de que en algunos casos no se haya rastreado de dónde provino.
Los expertos también han determinado que la cepa de brote actual es diferente a la que se detectó en la primera oleada de la pandemia en el país oceánico, por lo que se sospecha que procede del exterior.
"En este momento, no hay nada que sugiera que debamos pasar al nivel máximo de confinamiento", aclaró Ardern.
Nueva Zelanda, que fue sometido a uno de los confinamientos más estrictos del mundo al inicio de la pandemia cuando tenía unos cincuenta casos y había vuelto a la práctica normalidad el 9 de junio, registra actualmente 1.251 casos de COVID-19, que incluye a 22 fallecidos, de los cuales 49 infecciones permanecen activas.