DUBÁI, Emiratos Árabes Unidos (AP) — Los peregrinos, con mascarillas y en pequeños grupos, comenzaban a llegar el miércoles al lugar más sagrado del islam, La Meca, tras pasar días aislados, para el inicio de un haj histórico y único, reformado por la pandemia del coronavirus.
El haj es uno de los requisitos más importantes y profundos del islam, y debe realizarse una vez en la vida. Recrea la ruta recorrida por el profeta Mahoma hace cerca de 1.400 años, que se cree que siguió los pasos de los profetas Ibrahim e Ismail, o Abraham e Ismael en la Biblia.
La peregrinación, que es exigente tanto física como espiritualmente, tiene por objetivo lograr una mayor humildad y unidad entre musulmanes.
Pero en lugar de rezar en pie, hombro con hombro, en un mar de gente de todos los estratos de la sociedad, este año los peregrinos guardan la distancia social: separados y moviéndose en grupos de 20 para limitar la exposición y la posible transmisión del coronavirus.
El hai es un viaje que los musulmanes suelen realizar en familia. En años anteriores era habitual ver a hombres llevando a sus padres mayores en sillas de ruedas para ayudarles a completar la peregrinación, o con sus hijos a sus espaldas. El sentimiento comunitaria de más de 2,5 millones de personas de todo el mundo — chiíes, suníes y de otras corrientes musulmanas — rezando juntos, comiendo juntos y arrepintiéndose juntos ha sido durante mucho tiempo parte de lo que hace que sea tanto un desafío como una experiencia gratificante como ninguna otra.
Este año, sin embargo, los peregrinos toman comidas preparadas solos en sus habitaciones de hotel y rezan alejados unos de otros.
Aunque la experiencia será muy diferente, sigue siendo una oportunidad para que los fieles expíen sus pecados pasados y aumenten su fe.
Ammar Khaled, un peregrino indio de 39 años que nació y se crió en Arabia Saudí, dijo que aunque lo hará solo, rezará por sus seres queridos.
“No hay palabras suficientes para explicar lo bendecido que me siento y lo asombrosa que ha sido la organización", dijo Khaled. “Han tomado todas las precauciones posibles".
Por primera vez en casi un siglo, el gobierno saudí prohibió la entrada de musulmanes desde el extranjero para completar el haj en un intento por limitar la exposición al coronavirus.
En su lugar, se seleccionó a apenas 1.000 personas que ya residían en Arabia Saudí para participar en el haj. Dos tercios son extranjeros que representan a parte de las 160 nacionalidades que habrían convivido en esos días. Un tercio es personal de seguridad y médico saudí.
Los peregrinos, elegidos tras solicitar una plaza por internet, tienen que tener entre 20 y 50 años, no padecer enfermedades terminales y no mostrar síntomas del COVID-19. Se dio preferencia a quienes no habían realizado el haj antes.
Todos los asistentes se sometieron a una prueba de detección del coronavirus, recibieron pulseras conectadas a sus celulares para monitorizar todos sus movimientos y tuvieron que aislarse en sus casas y habitaciones de hotel en La Meca antes del inicio del haj el miércoles. Cuando termine el domingo tendrán que pasar otra cuarentena de una semana.
La Meca estuvo sellada durante meses antes del haj, y una peregrinación más pequeña que se realiza durante todo el año, el umrah, se suspendió a principios de año, obligando a quienes ya estaban en la ciudad a regresar a sus casas.
Los medios de comunicación internacionales no pueden cubrir el haj desde La Meca este año. En su lugar, el gobierno saudí emitirá imágenes en vivo desde la Gran Mezquita el miércoles, mostrando como el limitado numero de peregrinos se mueve, separados por varios metros (pies), rodeando la Kaaba en el primero de los rituales de la peregrinación.