Alto Alegre, Brasil, 10 Jul 2020 (AFP) - Indígenas del extremo norte de Brasil recuerdan, con el avance de la minería y la pandemia del coronavirus en sus tierras, el sufrimiento del "período terrible" de fines de los años 80, cuando la región fue escenario de violencia, enfermedades y muerte.Líderes Sanuma y Yekuana rememoran la época: "Cerca de 40.000 mineros entraron en nuestra tierra y casi una quinta parte de la población indígena murió en apenas siete años con violencia, malaria, desnutrición, envenenamiento por mercurio". Estas líneas son de una carta dirigida a fines de junio al ministro de la Defensa, Fernando Azevedo, para exigir la "retirada inmediata de todos los invasores" de la tierra yanomami, que en Brasil se extiende por 96.650 km2 y alberga a unos 27.000 indígenas."Los mineros tienen armas poderosas para matarnos, tememos un genocidio", dijo a la AFP Mauricio Yekuana, en Auaris, región fronteriza con Venezuela, antes de entregar la misiva.Davi Kopenawa, líder yanomami con quien Yekuana ha defendido la causa indígena en el extranjero, se reunió con el vicepresidente, Hamilton Mourao, el 3 de julio con el mismo pedido: exigir la expulsión de los mineros.Organizaciones no gubernamentales estiman que hay unos 20.000 mineros buscando oro en esta tierra, alentados por los proyectos del presidente, Jair Bolsonaro, para "integrar" esas zonas a las "maravillas de la modernidad". Para el gobierno, son en torno a 3.500. La presencia de los mineros tiene consecuencias ambientales como la contaminación con mercurio de los ríos, fuente de agua y alimento para las comunidades; sociales, como la prostitución de indígenas; y sanitarias, como la propagación de la malaria, que acecha la región hace décadas por esta actividad. Pero trae otras amenazas. Dos yanomami fueron asesinados en junio, en un caso bajo investigación. Para los indígenas, esto puede detonar otra masacre, como la de 1993, cuando 16 yanomami fueron brutalmente asesinados por buscadores de oro en la comunidad de Haximú. - Contagio -En tiempos de pandemia, la proximidad de los mineros también amenaza con propagar el nuevo coronavirus que, según números oficiales, ya dejó más de 9.000 indígenas contagiados y 193 muertos.Es el caso de Waikás, pequeña comunidad enclavada en la tierra yanomami, donde 26 casos fueron confirmados, consecuencia -algunos sostienen- de la cercanía de las minas."Estuve diez días con fiebre y cinco días sin poder salir de la hamaca. Me dolía la cabeza, no sentía el olor de la comida, ni siquiera de la cebolla", cuenta Marciano Rocha, un agente indígena de salud del pueblo yekuana, que trabaja en esta comunidad de unos 300 habitantes."Hay un joven aquí que viajó con los mineros. Comenzó a sentir fiebre y sospechamos. No se aisló, aquí vivimos y trabajamos juntos. Todo el mundo presentó síntomas", cuenta Rocha, ya aparentemente recuperado.En el corazón de Waikás hay poco más de una decena de construcciones de madera. La farmacia que Rocha administra fue reforzada con equipos de protección y medicinas, por un operativo liderado por las Fuerzas Armadas, que también llevó pruebas rápidas de covid-19. En una primera tanda, todos dieron negativo, incluso él. Pero al rehacer los exámenes, 22 personas resultaron positivo, sumándose a cuatro diagnósticos anteriores."Muchos mineros vienen a buscar atención en el puesto", dice otro agente de salud.Desde Auaris, donde vive Marcelo Yekuana, hasta Waikás hay unos 40 minutos en helicóptero. El verde tupido de la selva es salpicado por los lapachos, árboles de madera noble, codiciados por deforestadores, cuyo follaje rosa, amarillo o morado los delata desde la altura. Los ríos serpentean en estas postales infinitas que minimizan a los humanos. "Atravesar la Amazonía equivale a tomar un vuelo desde Moscú hasta Lisboa", dice el vicealmirante Carlos Chagas, portavoz del Ministerio de la Defensa, para dimensionar el desafío amazónico.Chagas destaca que las Fuerzas Armadas trabajan en la región en operaciones ambientales y dando apoyo logístico para llevar insumos durante la pandemia. Más de 9.000 militares se han contagiado de covid-19, 2,2% de la fuerza activa. La alta tasa de incidencia (casi el triple del promedio brasileño) refleja la exposición de este contingente en estas acciones de fiscalización y asistencia. Fuentes del sector castrense descartan que la región esté al borde de un conflicto entre mineros e indígenas y sostienen que en el terreno el análisis no puede ser binario."Existe un problema social debido a los años y años en que estas actividades ilegales han proliferado", afirma un oficial que trabaja en la región. La fuente defiende la legalización de "algunas actividades", argumentando que permitirá "controlarlas mejor".Desde el aire, es posible avistar a la orilla de un río un parche marrón, aparente resto de una mina que deja una cicatriz en la alfombra verde como un recordatorio de que la Amazonía puede ser finita.pr/js/dga -------------------------------------------------------------