Fráncfort (Alemania), 4 jul (EFE).- La falta de regulación y supervisión de las tecnofinancieras ha facilitado las dimensiones del engaño de la empresa alemana de pagos electrónicos Wirecard, que algunos expertos comparan con el de la energética estadounidense Enron hace dos décadas.
La Fiscalía de Múnich acusa a su antiguo consejero delegado Markus Braun de falsificar sus cuentas, de manipulación del mercado y ahora también de engaño.
Un nuevo caso de crecimiento desmedido por la especulación, como ocurrió a finales de los años 90 del siglo pasado con la burbuja tecnológica de las puntocom, de las empresas de internet, que acabó con la quiebra de muchas de ellas y su desaparición.
Desde hace tiempo el sector de las tecnofinanzas, que abarca la inteligencia artificial, las aplicaciones móviles, pagos digitales e, incluso, las criptomonedas, ha sido impulsado en el mundo financiero con grandes inversiones como una forma de aumentar el acceso a servicios y productos seguros y la inclusión financiera a todos los países.
Este sector ha creado una competencia a los bancos, que con frecuencia se han quejado de que realizan servicios bancarios, pero no están regulados, ni supervisados como ellos.
Wirecard se declaró el 25 de junio insolvente tras reconocer un agujero contable de 1.900 millones de euros y seis filiales lo han hecho posteriormente.
Las acciones, que llegaron a costar 192 euros a comienzos de septiembre de 2018, se pagan ahora a 3 euros, y se mueven como una montaña rusa.
Wirecard, que consiguió entrar en el selectivo de la Bolsa de Fráncfort tras el fuerte aumento de su capitalización bursátil en sustitución del Commerzbank, comenzó a desplomarse en el parqué el 18 de junio cuando no presentó el balance definitivo de 2019 porque la auditora EY se negó a firmar ese documento al tener dudas sobre la existencia de 1.900 millones de euros, que supuestamente estaban en dos cuentas fiduciarias en Filipinas.
Algunos expertos han comparado recientemente lo que ha ocurrido en Wirecard con Enron, que durante años realizó una contabilidad fraudulenta, avalada por su empresa auditora, y a finales de 2001 se declaró en bancarrota.
Wirecard, primera empresa del selectivo DAX 30 que se declara insolvente, pierde clientes como la aseguradora Allianz, la cadena de supermercados de descuento Aldi, la empresa de servicios de coche compartido Grab y la compañía de telecomunicaciones Orange, que han decidido liquidar sus pagos con otras compañías.
El grupo nipón de telecomunicaciones Softbank quiere poner fin a su alianza y las multinacionales de servicios financieros estadounidenses Visa y Mastercard han contactado a clientes para prepararles para una posible retirada del acceso de Wirecard a sus redes.
Esta pérdida de clientes y socios dificultará que sea vendida y que puedan salvarse las partes rentables.
También hay nuevos documentos de la auditora KPMG que revelan que circularon cientos de millones a través de créditos sospechosos a empresas en Asia, y a través de una empresa tapadera en Mauricio.
El engaño, que se produjo desde 2014, ha creado un aluvión de críticas al consejo de supervisión de la propia compañía, a la auditora EY, que durante años avaló sus balances, y a las autoridades alemanas de supervisión financiera BaFin.
Su presidente, Felix Hufeld, ha comparecido esta semana ante el Parlamento alemán (Bundestag), pero algunos parlamentarios alemanes han criticado que no ha dejado claro por qué el supervisor no actuó antes.
El motivo es que Wirecard era considerada una empresa del sector tecnológico y no del sector de servicios financieros, y por ello se escapaba de la regulación de la BaFin, que sólo supervisaba a Wirecard Bank, como sólo supervisa a Volkswagen Bank y no a todo el consorcio o la manipulación de los motores diésel.
La BaFin, el Bundesbank y el Banco Central Europeo (BCE) decidieron que Wirecard no fuera considerada una empresa financiera. Por el momento, Deutsche Bank se ha mostrado dispuesto a rescatar a Wirecard Bank en caso necesario.
A comienzos de 2019, el diario británico Financial Times acusó a Wirecard de irregularidades contables en Asia y de blanqueo de dinero.
Pero las autoridades judiciales alemanas no investigaron el posible fraude en aquel momento, e incluso consideraron que Wirecard podía sufrir ataques especulativos y la BaFin demandó a periodistas del periódico por manipulación de la cotización de la empresa.
El director general del Banco de Pagos Internacionales (BPI), Agustín Carstens, dijo el lunes que cuando tengan más información, podrán decir si es necesaria una actuación reguladora y supervisora.
La Comisión Europea (CE), por su parte, pidió la semana pasada a la Autoridad Europea de Mercados y Valores que investigue qué ocurrió con Wirecard.
Arantxa Iñiguez