Brasilia, 21 jun (EFE).- Miles de brasileños salieron por cuarto domingo seguido a las calles del país en actos a favor y en contra del Gobierno de Jair Bolsonaro, quien enfrenta una grave crisis política en medio del avance de la pandemia del coronavirus, que ya deja 50.000 muertos y más de un millón de casos.
Tanto las protestas favorables como las contrarias al mandatario registraron adhesiones significativamente más tímidas que las de los domingos anteriores y transcurrieron también de manera más pacífica.
Las manifestaciones suceden cuando el cerco judicial a la familia Bolsonaro se aprieta debido al encarcelamiento preventivo este jueves de un antiguo estrecho colaborador del hoy senador Flávio Bolsonaro, primogénito del presidente.
El expolicial Fabrício Queiroz, quien era también cercano al mandatario, es sospechoso de ser intermediario en un esquema corrupto de confisco de salarios de colaboradores del gabinete de Flávio que operó al menos entre 2016 y 2017 con la finalidad de beneficiar al propio legislador cuando era diputado regional de Rio de Janeiro.
BRASILIA, LA MAYOR PROTESTA
La mayor de ellas tuvo lugar en Brasilia, la capital del país, donde partidarios y detractores de Bolsonaro se concentraron desde primera hora en la Explanada de los Ministerios, sede administrativa del Ejecutivo.
Después de tres domingos consecutivos de duros enfrentamientos entre los dos grupos, la Policía ha reforzado la seguridad para evitar los violentos disturbios que fueron registrados en diversas ciudades del país en las últimas semanas.
Según pudo constatar EFE, cada uno de los actos marchó de forma pacífica en vías opuestas, aunque se encontraron enfrente al Parlamento, donde había un cordón sanitario para separarlos.
Sin embargo, no se registraron actos de violencia significativos. Hubo pequeños incidentes que fueron rápidamente controlados por los policías.
Manifestantes contrarios a Bolsonaro, reunidos en torno a movimientos sociales, antifascistas y antirracistas, sostenían pancartas que tildaban al líder ultraderechista de "fascista" y pedían la destitución del mandatario por su política "genocida" en medio de la pandemia del coronavirus.
"Ha quedado muy claro, fue ampliamente divulgado, que la mayoría de los brasileños no apoya esa política asesina del Gobierno", dijo en declaraciones a EFE Danilo Passaro, director de la hinchada organizada del Corinthians y líder del movimiento Somos Democracia.
Mientras, partidarios de Bolsonaro llevaban banderas de Brasil y de Estados Unidos y clamaban por una intervención militar, la "no interferencia de China en la política" del país y el cierre del Congreso y de la Corte Suprema.
"El Supremo está tomando las riendas y está ejerciendo de Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Es la hora de cohibir esos abusos, porque lo que está pasando es un abuso", expresó a EFE el abogado Geraldino Santos Nunes.
A diferencia de otras ocasiones, Bolsonaro no acudió a las protestas, pues ha viajado a Río de Janeiro para participar en el funeral de un militar que falleció tras un salto de paracaídas.
Algunos pocos manifestantes también protestaron en las ciudades de Belo Horizonte y Sao Paulo, ambas en el sureste, de forma pacífica.
LA PANDEMIA SE ACELERA EN BRASIL
Las manifestaciones de este domingo se producen en momentos en que la pandemia del coronavirus se acelera en Brasil y deja ya unos 50.000 muertos y más de un millón de infectados. El gigante suramericano es el segundo país más afectado del mundo por el patógeno, detrás de Estados Unidos.
Tras registrar durante cinco jornadas consecutivas más de 1.000 decesos diarios, así como récord de casos en 24 horas, el país confirmó la veloz expansión del patógeno, lo que llevó a que diversos municipios volvieran a endurecer las medidas restrictivas en medio de la reapertura gradual iniciada en junio.
Según los datos compilados por un consorcio formado por los principales medios de comunicación brasileños, el país superó la barrera de los 50.000 muertos y tiene más de 1,07 millones de contagiados.
LA TEMPERATURA POLÍTICA SE ELEVA EN EL PAÍS
Pese a que la jornada de protestas de este domingo haya sido más modesta que las registradas en otras semanas, la tensión política en Brasil sigue escalando, mientras Bolsonaro se enfrenta una aguda crisis política, sanitaria, económica y judicial.
La semana del jefe de Estado fue especialmente dura por el encarcelamiento este jueves de Queiroz, el exasesor considerado clave en la investigación por corrupción contra Flavio Bolsonaro.
La mediática detención puso en aprietos al propio presidente, pues el antiguo policía fue arrestado en una casa del interior de Sao Paulo propiedad de Frederick Wassef, un abogado que trabaja con el mandatario.
También esta semana, el que era ministro de Educación Abraham Weintraub presentó su renuncia en medio de las presiones por los enfrentamientos de Bolsonaro con el Congreso y el Tribunal Supremo.
La salida de Weintraub, quien se marchó precipitadamente a Estados Unidos para ocupar la plaza de Brasil en el Banco Mundial, supuso la décimo segunda baja entre los ministros de Bolsonaro en un año y medio de Gobierno y el cuarto cambio en menos de dos meses.
Entre los dimisionarios figuran los dos últimos ministros de Salud, Luiz Henrique Mandetta y Nelson Teich, y el exjuez Sergio Moro, uno de los símbolos de la bandera de combate a la corrupción levantada por Bolsonaro y quien renunció en marzo tras acusar al jefe de Estado de injerencias políticas en la Policía Federal.