¿Cuáles son los posibles efectos a largo plazo del COVID-19?
Es difícil responder a esa pregunta porque el coronavirus es tan nuevo que los científicos todavía saben muy poco sobre sus secuelas. Las pruebas más exactas provienen de los propios enfermos, y algunos sufren una variedad de síntomas mucho después de que sus infecciones han desaparecido.
La mayoría de los infectados se recupera en pocas semanas. Para los que sufren efectos a más largo plazo, los problemas más comunes son cansancio, jaquecas, ansiedad y dolores musculares que pueden prolongarse por varias semanas más.
Las secuelas suelen ser más graves en los enfermos que necesitaron cuidados intensivos, respiradores o diálisis renal.
La neumonía puede dejar cicatrices en los pulmones. Se han reportado también inflamación cardíaca, arritmia y trastornos de la función renal y hepática. Sin embargo, aún es imposible saber su esos trastornos serán permanentes.
Los sobrevivientes de cuidados intensivos prolongados pueden necesitar oxígenoterapia o diálisis en casa. Algunos contraen un trastorno llamado síndrome post-cuidados intensivos que puede incluir debilidad muscular persistente y problemas de memoria. Estos son comunes a cualquier enfermedad crítica y pueden estar relacionados con la sendación y l hospitalización prolongadas.
También se pueden formar coágulos sanguíneos durante y después la infección con COVID-19, que pueden ocasionar accidentes cerebrovasculares. En estos casos, incluso los menos graves, se recetan anticoagulantes y modificaciones en el estilo de vida para evitar hemorragias.
La mayoría de los síntomas aparentemente desaparecen con el tiempo, dijo el doctor Thomas McGinn, de los Institutos Feinstein de Investigaciones Médicas de Nueva York, quien participó en uno de los estudios más amplios de enfermos de COVID-19.
“Es cuestión de cuándo sucederá. En algunos enfermos puede tomar más tiempo que en otros”, dijo McGinn.