El sur de EEUU trata de sobrevivir a pandemia y el desempleo

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SELMA. Alabama, EE.UU. (AP) — La vida puede ser dura incluso en un buen día en el Black Belt, donde algunas de las familias más pobres en Estados Unidos dependen habitualmente de la ayuda mutua para sobrevivir. Sus problemas se han vuelto aún más difíciles con el aumento del desempleo y las infecciones con coronavirus.

Tanto la necesidad como el socorro han sido evidentes en la histórica ciudad de Selma, prominente en la lucha por los derechos civiles, donde voluntarios distribuyeron comida gratis para numerosas personas, muchas de las cuales compartieron viajes en autos desde comunidades aisladas para llegar a las escuelas donde les entregaban cajones con frutas y verduras eran repartidas.

“Cuando el resto del país contrae un resfriado, un lugar como el Black Belt contrae influenza”, dijo Lydia Chatmon, que trabaja con el Selma Center for Non-Violence y ayudó a coordinar con la Black Belt Community Foundation para las donaciones de la semana pasada.

El Black Belt (Cinturón Negro), que se extiende desde Luisiana hasta Virginia, es una región agraria conocida ante todo por el color de la tierra y también por su población, mayoritariamente negra. Proveyó la mayor parte de la economía algodonera del Sur estadounidense y sigue siendo el hogar de muchos descendientes de esclavos. Con escasa industria y una población declinante, la pobreza es un problema endémico.

Ahora, también se ha arraigado el virus que causa COVID-19, que está matando en forma desproporcionada a los negros en Estados Unidos.

Los condados del Black Belt tienen ocho de las nueve peores tasas de infecciones en Alabama, donde más de 20.500 personas han dado positivo por el virus y más de 710 personas han muerto. El área además recibió el peor impacto del desempleo durante el encierro económico, con ocho condados con tasas de 20% o más.

Y ahora que la gobernadora de Alabama, Kay Ivey, ha permitido que negocios y muchas salas de espectáculos reabran sus puertas para estimular la economía, causando la preocupación de las autoridades de salud, las cifras de COVID-19 y hospitalización se han mantenido o aumentado en el estado.

No es que falte la ayuda del gobierno: La comida en la distribución gratis fue donada a través de un programa federal. Y más de 4 millones de dólares en asistencia por la pandemia anunciados la semana pasada serán entregados a agencias que sirven a condados en el Black Belt en Alabama. El dinero ayudará a proveer comida, medicamentos y pagos por alquiler de vivienda. Se han abierto estaciones de pruebas de coronavirus en ciudades pequeñas, para que los residentes no tengan que viajar a ciudades mayores para saber si tienen el virus.

Pero la región también se ha movilizado para ayudarse a sí misma. Clementine Blythe-Ellis, una maestra de secundaria de vacaciones veraniegas, se puso una máscara protectora contra el virus y un sombrero para protegerse del sol antes de acudir a distribuir comida. La necesidad, dice, nunca desaparece.

“Es cada día, todos los días”, dijo. “Por eso estoy aquí”.

La Black Belt Community Foundation está repartiendo además 100.000 máscaras y las personas utilizan las redes sociales para compartir consejos y recursos, tratando de ayudar a residentes que carecen de internet en sus casas. Algunos condados en el Black Belt carecen completamente de acceso a internet.

Dorothy Hall, una trabajadora de hospital retirada que vive con su esposo y recibe pagos por discapacidad, dijo que aparte de enfermedades y muerte, la pandemia ha eliminado empleos, aumentado los precios de los productos básicos y dificultado la obtención de alimentos y productos para el hogar.

“Estás como varado en cualquier dirección que miras”, dijo Hall, que arribó temprano al centro de distribución en la Escuela Secundaria de Selma para tener el primer puesto en la cola. La escuela está a menos de 3,2 kilómetros (2 millas) del puente Edmund Pettus, donde la policía estatal golpeó a manifestantes por los derechos civiles hace 55 años.

A casi 80 kilómetros (50 millas), en el condado Hale, el pastor James Franks, de la Iglesia Bautista Pine Grove, coordina una distribución semanal de leche donada por la empresa de productos lácteos Borden.

“No solamente durante este tiempo, sino que deberíamos estar ayudando todo el tiempo”, dijo. “Estamos tratando de ayudar para que no se agrave tanto”.

En el West Alabama Food Bank, que distribuye comida en la mitad de los 10 condados más pobres de Alabama, la directora Jean Rykaczewski dijo que los trabajadores han distribuido 640.000 kilos (1,4 millones de libras) de alimentos desde mediados de marzo, 40% más que durante un trimestre normal.

Pero en áreas lejanas en las que alrededor de una tercera parte de las familias carecen de un vehículo o lo comparten, simplemente llevarle comida a la gente ha sido un problema, toda vez que los canales normales de distribución a través de iglesias y grupos de asistencia fueron afectados por el encierro, dijo. Las personas sin transporte edeben pagar hasta 20 dólares por viajes a la tienda o los centros de distribución, dice.

“Puedes poner camiones en estacionamientos todo el día, pero si no tienes una forma de llegar allí, no sirve”.

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