Los aeropuertos de Nueva York pierden el 97 % del tráfico y piden un rescate

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Registro general del interior de
Registro general del interior de la torre de control del aeropuerto La Guardia, en Queens (Nueva York, EE.UU.). EFE/Andrew Gombert/Archivo

Nueva York, 25 may (EFE).- Los tres aeropuertos de Nueva York llevaban 10 años de bonanza económica hasta la llegada del coronavirus, que les ha arrebatado un 97 % del tráfico y minado sus ingresos hasta el punto que la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey, su gestora, ha pedido un rescate de 3.000 millones de dólares al Gobierno de EE.UU.
Según la Autoridad Portuaria, el tráfico en los aeropuertos de JFK y LaGuardia (Nueva York) y Newark (Nueva Jersey) ha caído un 97 % respecto al año pasado como resultado de la masiva reducción de rutas internacionales de las aerolíneas y la limitación a los "viajes esenciales", pero la entidad espera que los niveles de actividad "sigan deprimidos" hasta que se levanten las restricciones.
Con el inicio no oficial del verano marcado por Día de los Caídos que se celebra este lunes, 25 de mayo, aún parece ser "demasiado pronto" para viajar para casi todos los estadounidenses (95 %), según una encuesta realizada por The Harris Poll, y eso lo secundan datos recogidos por la asociación Airlines for America (A4A), que engloba a las principales aerolíneas estadounidenses.
De acuerdo a los últimos datos de A4A, las aerolíneas tienen aparcada la mitad de su flota comercial (unos 3.100 aviones) y los vuelos domésticos estos días llevan una media de 39 pasajeros (en enero y febrero, eran entre 85 y 100). Ayer domingo solo hubo 125 vuelos programados entre los tres aeropuertos neoyorquinos.
Mientras que en 2019 hubo un récord de viajeros en estas fechas, con 2,8 millones de personas pasando los controles de los aeropuertos de EE.UU., la Administración de Seguridad en los Transportes (TSA) registró menos de 350.000 al inicio del fin de semana festivo.
La economista Nicole Gelinas, investigadora del Manhattan Institute, explicó a Efe que "los vuelos internacionales prácticamente se han apagado, a excepción de los vuelos de emergencia y las repatriaciones, por las órdenes del Gobierno y el cierre de fronteras, y los vuelos domésticos también han caído debido al comportamiento de los pasajeros", ya que hay poco que hacer en los destinos.
IMPACTO DEL VIRUS EN LA PUERTA DE ENTRADA
Algunas partes de Estados Unidos están comenzando a levantar sus restricciones y reactivar la economía, entre ellas el estado de Nueva York, donde los casos llevan semanas estabilizados pero se han producido casi 30.000 fallecidos por la pandemia de entre los 98.000 en todo el país, según datos de la Universidad Johns Hopkins.
El área de la Gran Manzana, que ha concentrado más de 16.000 fallecidos y espera a la primera mitad de junio para reabrir, ha sido el epicentro de esta crisis por su densidad de población, de unos 8 millones de personas, mientras que algunos estudios de trazado genético del virus apuntan a que el brote se propagó desde allí a otras ciudades.
Según muestran datos de la TSA, la agencia de seguridad del Departamento de Interior de EE.UU. que fue creada tras los ataques de 11 de septiembre y realiza los controles de viajeros a la llegada al país, su plantilla en el aeropuerto JFK, que es la puerta de entrada aérea internacional más concurrida de Norteamérica, ha sido precisamente la más impactada.
Más de 500 de empleados federales de la TSA han dado positivo en coronavirus y más de un tercio de esos casos se registraron en los tres aeropuertos de Nueva York, con cifras muy por encima de todos los demás: solo en JFK se contagiaron 113, en Newark 61 y en LaGuardia 33, la gran mayoría en los puestos de control de viajeros, según datos de principios de mayo.
Entre los empleados de la Autoridad Portuaria, que además de los aeropuertos gestiona el tren entre Nueva York y Nueva Jersey y otras infraestructuras, ha habido 235 empleados positivos en COVID-19 y dos han fallecido. Han vuelto al trabajo recuperados 194 y hay otros 94 en autoaislamiento, lejos del pico de 700 que tuvo la entidad hace unas semanas.
Así lo reveló su máximo ejecutivo, Rick Cotton, en una audiencia del consejo directivo, donde explicó que la entidad y la TSA trabajan en establecer protocolos de seguridad que garanticen la distancia social y el saneamiento de las instalaciones, lo que puede implicar el uso de "tecnologías de luz ultravioleta", chequeo de temperatura y "recuento de multitudes".
RESCATE ECONÓMICO ANTE LA CRISIS
La Autoridad Portuaria, que históricamente no recibe fondos federales para su funcionamiento, "no ha tenido más remedio que ir a Washington DC y pedir financiación" para suplir unos 3.000 millones de dólares en ingresos que la entidad calcula dejará de obtener los próximos dos años debido al "colapso sin precedentes de la facturación", explicó Cotton.
El ejecutivo afirmó que la entidad emplea directamente a 8.000 personas y esa falta de ingresos pone en peligro un plan capital de mejora de infraestructuras a largo plazo que sería "muy importante" para la recuperación económica de la región de Nueva York, que representa un 15 % del PIB de Estados Unidos.
Buena parte del plan es un proyecto de modernización para convertir JFK en un aeropuerto "de renombre mundial" con capacidad para 15 millones de pasajeros al año, que asciende a unos 13.000 millones de inversión, casi en su totalidad de fondos privados que aportan las aerolíneas, restando 1.000 millones de la Autoridad Portuaria.
La economista Gelinas consideró que, teniendo en cuenta la posibilidad de que "el viaje aéreo funcione a mitad de su capacidad durante media década, no tiene mucho sentido pedir a las aerolíneas que paguen esa enorme expansión de las terminales" y propone "esperar", ya que los aeropuertos "proporcionan servicios a medida de la necesidad".
"Deberían trabajar en la reducción de gastos. Tenemos tres aeropuertos que están muy cerca unos de otros, uno en Nueva Jersey y otros dos en Queens (Nueva York), así que tendría sentido consolidar todo el tráfico de pasajeros en uno", lo que permitiría ahorrar en costes de alquiler y otros gastos de mantenimiento, opinó, hasta que se reanuden los vuelos.
A ese respecto, Cotton defendió que se mantengan abiertos por el "vital" transporte de cargamentos, sobre todo de materiales sanitarios, y porque los "viajes de trabajadores esenciales y sanitarios han continuado", y aseguró que se han "impuesto todas las reducciones de costes posibles, pero no es responsable para la región cerrarlos".
Nora Quintanilla

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