El gobierno británico reconoció el miércoles que será necesario realizar controles aduaneros a ciertas mercancías que circulen entre la isla de Gran Bretaña y la provincia británica de Irlanda del Norte al término del período de transición posbrexit.
"No habrá ninguna nueva infraestructura física de aduanas, y no vemos la necesidad de construir ninguna", afirmó el gobierno de Boris Johnson al publicar su posición sobre el protocolo entre Irlanda del Norte y la vecina República de Irlanda, negociado como parte del acuerdo de divorcio con la Unión Europea.
"Sin embargo, ampliaremos algunos puntos de entrada existentes para los productos agroalimentarios a fin de establecer controles adicionales", añadió.
El protocolo irlandés tiene por objeto evitar el retorno de una frontera física en la isla de Irlanda, tras la salida británica de la UE, que pueda amenazar la frágil paz lograda tras tres décadas de sangriento conflicto gracias al acuerdo del Viernes Santo de 1998.
El ministro del Gabinete, Michael Gove, aseguró el miércoles ante los diputados que cualquier control será "absolutamente mínimo". "Todo se hará electrónicamente", añadió.
En noviembre, Johnson había asegurado a los dirigentes empresariales norilandeses, al explicarles el acuerdo de Brexit negociado con Bruselas, que no habría controles de mercancías entre Gran Bretaña y la provincia británica.
Gove también dijo que Irlanda del Norte se mantendría alineada con un conjunto de normas de la UE, incluso en materia de salud, al menos hasta 2024.
El Reino Unido y la UE están negociando su futura relación comercial, pero las discusiones están bloqueadas en algunos puntos claves.
El martes, Londres pidió a la UE que revisara sus propuestas si quiere llegar a un acuerdo antes de que finalice el período de transición, el 31 de diciembre, que el Reino Unido se niega a ampliar.
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