CHICAGO (AP) — Adondequiera que va en fechas recientes, Mike Nutter se topa con las mismas preguntas. Así que Nutter, quien durante años ha sido presidente de los TinCaps de FortWayne, tiene ya previstos los escenarios que planteará, uno a la vez
¿Cómo será el béisbol de las ligas menores en la era del coronavirus? ¿Qué pasa si su equipo de Clase A sólo alcanza a disputar media temporada?
Y la más complicada de todas: ¿Qué pasa si no hay un solo juego?
Mientras las Grandes Ligas sopesan una forma de jugar en este verano, las posibilidades de disputar algo que se asemeje a una campaña normal de las menores parecen cada vez más lejanas.
Para las comunidades de ligas menores en todo el país, desde Albuquerque hasta Akron, el panorama es más bien deprimente para las personas ansiosas por comprar perros calientes, abrazar a la mascota del equipo o ir disfrazadas de Elvis Presley en una festividad especial.
La asistencia a los juegos de ligas menores el año pasado superó los 41,5 millones de espectadores un alza de 2,6% respecto de 2018. Fue el 15to año consecutivo con más de 40 millones de fanáticos.
Entre los equipos más populares de las menores están los Bulls de Durham. Pero ningún club es inmune a la pandemia de coronavirus. Recientemente, los Bulls suspendieron a más de la mitad de su personal gerencial sin goce de sueldo.
“Tengo todavía esperanzas, pero somos también realistas de que los desafíos que enfrentaremos en los próximos meses serán bastante severos, simplemente porque estamos muy diseminados en el país”, dijo Mike Birling, vicepresidente de los Bulls. “Y en cierta forma, necesitamos algo perfecto, en términos de que todas las ciudades donde se localizan los equipos de la Triple A estén bien, lo que parece muy poco realista por ahora”.
Nutter enfrenta cada día enfocado en lo que es más importante para su filial de los Padres de San Diego en la Liga del Medio Oeste, a sabiendas de que muchas personas lidian con problemas más duros en Indiana y otros estados.
Pero la situación es difícil, incluso para alguien que vive de las ligas menores y que está acostumbrado al desgaste que el calendario ejerce sobre su bolsillo.
“Ha habido momentos, particularmente al comienzo, en que he tenido problemas reales para lidiar con esto”, reconoció Nutter. “Y los compartí con algunos colegas. Yo diría que hubo desde luego estrés y ansiedad como una antesala probable de la depresión. No digo nada de eso a la ligera, pero el punto es que todos nos sentimos como... abrumados, ésa sería la palabra correcta”.
La incertidumbre pesa también en el ánimo de los peloteros. La pérdida de la campaña de as menores sería un duro golpe para los prospectos, especialmente para los que comienzan apenas en el béisbol profesional.
Aunque la mayoría de las organizaciones de las mayores tiene más posibilidades de entrenar que nunca antes, nada puede sustituir la experiencia de disputar un juego.
Las Grandes Ligas y su sindicato de peloteros buscan realizar el mayor número de encuentros posibles. Ello genera esperanzas entre algunos prospectos que podrían ser contemplados para ayudar en medio de un calendario saturado.
“Ojalá que expandan los rosters o algo así para alguien como yo o como otros”, dijo Zach Short, pelotero de cuadro en la organización de los Cachorros de Chicago, quien llegó a la Triple A el verano pasado.
Short, originario de Kingston, Nueva York, se quedó en Arizona cuando se interrumpió la pretemporada. Comparte una casa con otros peloteros de la organización: Ian Happ, Nico Hoerner y Dakota Mekkes.
Se ejercitan y juegan al tenis, esperando estar listos por si en algún momento es posible realizar la campaña.
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Jay Cohen está en Twitter como https://twitter.com/jcohenap