BERKELEY, California, EE.UU. (AP) — “Este es un buen momento para tener otro perro que nos ayude a superar la pérdida de Surfer”, anunció la Profesora. Aunque mi corazón no estaba listo, sabía que ella tenía razón, y no sólo porque realmente es una profesora muy inteligente.
Necesitábamos llenar el vacío que nos dejó la muerte de Surfer el año pasado. Era una mezcla de las razas Samoyedo y Husky que provocaba que la gente se enamorara de él dondequiera que fuera. Murió mientras dormía sin advertencia, sin dejar tiempo para decir adiós.
Surfer era el perro de la Profesora, pero se había convertido en uno de mis mejores amigos durante los dos años desde que nos conocimos y nos unimos rápidamente, como lo hacen los espíritus afines. Su muerte se produjo dos semanas después de que vi morir a mi padre, así que fue un doble golpe que me tuvo aturdido por un tiempo.
Poco a poco me empecé a sentir mejor. Luego esta pandemia lo echó a perder todo. El consiguiente confinamiento nos ha mantenido a la Profesora, sus dos hijos, a su perra de 13 años Phoebe y a mí enclaustrados en su casa durante las últimas cuatro semanas.
No pasó mucho tiempo antes de que la Profesora se diera cuenta que rescatar a un perro abandonado podría significar un rayo de luz en medio de la penumbra. Tenía algo de experiencia en esta área, luego de haber adoptado a Surfer cuando era un famélico perro 4 años que rescatado en una playa.
Lo más lógico era no explorar. Estaba claro que íbamos a estar confinados tantos días que tendríamos tiempo suficiente para entrenar y darle la bienvenida al nuevo perro.
A medida que empezamos a buscar, nos complació y sorprendió descubrir que varios refugios de perros y agencias de adopción seguían abiertos. También resultó que no éramos los únicos que buscaban una nueva mascota.
También nos enteramos de que más perros, gatos y otras mascotas probablemente necesitarán un nuevo hogar en los próximos meses. Con el desempleo en aumento, algunas personas probablemente no podrán alimentar otra boca. Otros animales perderán a sus dueños a manos del COVID-19. Algunas mascotas necesitarán personas con un espacio extra en sus presupuestos y en sus corazones.
La hija de 17 años de la Profesora quiera un perro nuevo, que le ayudara a lidiar con la abrupta interrupción de su ajetreada vida social y académica como estudiante de segundo año de preparatoria. Pareció apropiado, en ese momento, que fuera ella la que encontró a Chase, un perro de 3 años que es el doble de Surfer, pero con su toque distintivo.
Pocos minutos después de conocerlo en su hogar adoptivo hace dos semanas, sabíamos que era perfecto. Y lo ha sido. Ya me ha ayudado a cerrar los ciclos sobre las muertes de mi padre y Surfer. Su presencia también me dio consuelo, cuando el COVID-19 se llevó hace poco a uno de los mejores periodistas de The Associated Press, a mi antiguo colega Nick Jesdanun.
Temo todas las muertes que están por venir durante esta pandemia. Pero encuentro consuelo en saber que voy a salir con un nuevo amigo, uno que rebautizamos “Wookiee”, porque suena muy parecido a Chewbacca de “Star Wars”. Sin embargo, por mucho que me guste ese nombre, sospecho que este perro siempre me va a recordar otra cosa: Esperanza.