Los marchitos rostros de los más vulnerables ante la pandemia en Colombia

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La pandemia los encontró en la calle sobreviviendo con algún trabajo precario. Ahora, deben confinarse por dos meses y medio para evitar contagiarse del nuevo coronavirus. Para muchos ancianos, el riesgo de enfermarse corre de la mano con el miedo de perecer en soledad.
La pandemia los encontró en la calle sobreviviendo con algún trabajo precario. Ahora, deben confinarse por dos meses y medio para evitar contagiarse del nuevo coronavirus. Para muchos ancianos, el riesgo de enfermarse corre de la mano con el miedo de perecer en soledad.

Bogotá, 20 Mar 2020 (AFP) - La pandemia los encontró en la calle sobreviviendo con algún trabajo precario. Ahora, deben confinarse por dos meses y medio para evitar contagiarse del nuevo coronavirus. Para muchos ancianos, el riesgo de enfermarse corre de la mano con el miedo de perecer en soledad.En Colombia, con 145 contagios detectados desde el 6 de marzo, ninguno letal, los primeros que deben enclaustrarse desde este viernes, por orden del gobierno, son 2,6 millones de mayores de 70 años, los más vulnerables frente al COVID-19.Entre ellos están ancianos que viven en la pobreza extrema o la indigencia y reciben una ayuda mensual del Estado equivalente a 19 dólares, en el marco del programa Colombia Mayor, con 1,6 millones de beneficiarios. El subsidio representa el 8,1% de un salario mínimo en el país más desigual de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y uno de los más inequitativos del continente. La tasa de informalidad nacional es del 47%.Centenares de ancianos que trabajan en el "rebusque" (informalidad) se enfrentan al dilema de resguardarse o exponerse al coronavirus para poder comer y pagar el alquiler. La atención sanitaria está, en teoría, garantizada. "Pero estoy seguro de que algunos verán imposible cumplir con las medidas de cuarentena" que van hasta el 31 de mayo, afirma Luis Carlos Reyes, del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana."Es una situación de desprotección resultante de la ausencia de una verdadero Estado de bienestar", asegura a la AFP.Julio, Mariela y Gustavo representan el segmento frágil de la vejez que entró en cuarentena. - Desconfianza - Julio Alberto Giral se las arregla para arrastrar su carreta por las calles de Bogotá. Desde que un accidente le impidió seguir como obrero de construcción hace 20 años, recolecta desechos para reciclar. En plena expansión del temible coronavirus, que ha convertido en una amenaza el contacto físico, se lleva a la boca una colilla que recoge del suelo.Antes de que entrara en vigor la medida para protegerlo, este hombre de piel surcada y 84 años, preguntó por su suerte. "Si no se muere uno de la enfermedad, se muere de hambre y para pagar el arriendo, ¿qué?".El gobierno de Iván Duque prepara un plan para que los viejos más vulnerables reciban ayuda alimentaria, según una fuente oficial. Mientras que los beneficiarios de Colombia Mayor tendrán un adelanto de su subsidio por 38 dólares.Pero Giral desconfía. Saca cuentas y ese dinero, sin contar comida, le da apenas para un mes del alquiler del cuarto donde vive solo. Entonces sentencia: "Tocará que lo vean a uno trabajar a como dé lugar, porque no se puede uno estirar en la calle a que los buenos corazones le ayuden". - Soledad - Mariela Vargas está consciente del riesgo. Aunque lleva tapabocas azul, sigue manipulando los dulces y cigarrillos que vende en una esquina del norte de Bogotá. Hace dos décadas que se dedica al comercio callejero con su pequeña caseta móvil de madera. De 74 años, separada y sin hijos, se lamenta: "Nosotros somos gente de la tercera edad que (...) estamos acostumbrados a que nadie nos dé nada".Mariela vive sola y no recibe pensión, un privilegio reservado para apenas un millón de colombianos. ¿Cuarentena obligatoria? Desafiante, responde: "Así el gobierno diga que no, pues toca trabajar" porque "prometen y después no cumplen nada, y la barriga no da espera".Del casi millón de mayores de 60 años que había en la capital en 2018, 10,9% vivían solos, según el Concejo de Bogotá. Mariela prevé volver a su esquina aún con la cuarentena vigente. - Zozobra - Gustavo Ossa, de 71 años, se queja de un cáncer de colon. Los dientes corroídos y la barba amarillenta le aumentan la edad. Entre sus preocupaciones no asoma el coronavirus. "Yo no le tengo miedo a eso, yo no creo en eso. Yo tengo cáncer y aquí estoy, con calmantes únicamente", se consuela este hombre de gafas, que lleva chaqueta y boina desvaídas. Además de las calles menos concurridas, Gustavo ha notado un cambio en la gente que le da limosna afuera de una iglesia: Cuando "me van a dar un billete, me lo botan, para que no me arrime".Según Ossa, la caridad la invierte en medicamentos y el alquiler de un cuarto por el que paga a diario el equivalente a cuatro dólares.Apenas se ha enterado del encierro obligatorio, pero lidia con otra zozobra, la de la cuarentena obligatoria que decretó la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, entre viernes y lunes.Donde vive le advirtieron que si no paga, se va. "¿Qué voy a hacer yo?... eso estoy pensando, ¿qué hago esos cuatro días?".dl-vel/lda

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