MIAMI (AP) — Carolina Muñoz y su hermano Jaime regalaron repollos, lechugas y otros alimentos perecederos antes de cerrar su restaurante en Chile: no pudieron resistir la baja de clientes por la cuarentena voluntaria que millones de chilenos practican para evitar contagiarse con el coronavirus. En la vecina Argentina, Alejandro Calderón teme no poder exportar este año su producción de soja, cuyo valor podría caer entre 80 y 100 dólares por hectárea.
Los casos de Muñoz y Calderón demuestran la vulnerabilidad de Latinoamérica ante el COVID-19. La región está frente a una de las mayores sacudidas económicas en décadas y los expertos prevén que volverá la recesión económica, decenas de millones de personas quedarán desempleadas y se sumarán otras decenas de millones a la pobreza extrema.
La pandemia ha puesto en vilo la salud de miles de latinoamericanos y en cuestión de semanas ha revelado a través de algunos indicadores estimativos que también contagia a la economía.
“América Latina y el Caribe, así como otras regiones emergentes, se verá afectada negativamente”, aseguró Alicia Bárcena, directora ejecutiva de la Comisión Económica Para América Latina, que redujo la perspectiva de crecimiento regional del 1,3% al -1,8% para 2020 debido a la pandemia. “Las proyecciones han sido revisadas a la baja significativamente en el actual escenario”, explicó.
Los efectos serían en cascada. Como consecuencia de la recesión, el desempleo podría subir 10 puntos porcentuales en toda la región, lo que a su vez aumentaría la cantidad de pobres de 185 millones a 220 millones, poco más de un tercio de la población total de 620 millones de personas.
Las personas con pobreza extrema, a su vez, ascenderían de 67,4 a 90 millones, de acuerdo con estimaciones de la CEPAL.
Para otros grupos, como la compañía de análisis financiero Moody’s Analytics, la situación es aún más grave y la economía regional podría contraerse un 2,6% --por encima del 0,7% a nivel mundial, el 0,8% en China y el 0,6% de Estados Unidos-- si el índice de mortalidad supera el 3% en 2020. En México, a pesar de que no depende tanto de China, la economía también podría retroceder entre un 2 y un 3%.
En 2009, durante la crisis financiera que había empezado un año antes, la economía regional se contrajo un 1,8%.
Los efectos tendrían diferentes matices en cada país, y aunque los sudamericanos probablemente sean los más afectados por su dependencia comercial con China, ninguno se salvaría. Ni los del Caribe, que sostienen gran parte de su economía con el turismo.
“Lo único que puede compararse a esto es la crisis de 1929”, expresó Jorge Salazar Carrillo, director del Centro de Estudios Económicos de la Universidad Internacional de la Florida, refiriéndose a la debacle en la que la bolsa de comercio de Nueva York se desplomó un 30%.
“Estamos en una recesión mundial. No hay país que se vaya a salvar”, aseguró tras explicar que habrá una caída del producto bruto interno de los países, un descenso de la demanda de exportaciones y de las importaciones. “Todo se va a ver afectado”.
Pocos dudan que Venezuela --que enfrenta la caída de los precios del petróleo, desde hace seis años soporta una fuerte contracción económica y tuvo una inflación del 9.000% en 2019-- será uno de los países más afectados. Hasta el propio gobierno socialista pidió auxilio económico de 5.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional, que el organismo negó.
En Argentina, cuya economía se sostiene principalmente por las exportaciones de granos y carnes a China, el descenso de la actividad económica podría ser del 5% en 2020; en Chile, por su fuerte dependencia de los precios del cobre, retrocedería un 3,8%; y en Brasil, fuertemente atada a China y a los precios de las materias primas, descendería un 2,5%, según Moody’s.
“Va a ser una recesión muy cruel”, dijo Arturo Porzecanski, profesor de finanzas internacionales de la American University, con sede en la ciudad de Washington. “Esto va a pegar muy fuerte”, aseguró.
La crisis económica que desataría el coronavirus es distinta a las que han enfrentado diversos países con anterioridad. Las previas han sido provocadas por factores internos de cada país, como en Venezuela, o Argentina. O de crisis que surgían por los efectos de problemas internacionales, como sucedió en los años 70 con el aumento de los precios del petróleo, en los 80 con la inflación europea y estadounidense, o en 2008 y 2009 con la caída de bancos.
Esta vez, sin embargo, es una combinación de las dos: por una parte, algunos países ya tienen problemas económicos internos que se sumarán ahora a otros provocados por la pandemia.
En algunos, los que previeron la llegada de la enfermedad y tomaron medidas inmediatas, los efectos serán más rápidos. En los que el virus llega más tarde, también la economía será golpeada más tarde.
La región atraviesa una desaceleración económica desde 2012, que se profundizó con una contracción en 2015 y 2016 y terminó con una economía estancada en 2019. Se esperaba que empezara poco a poco a recuperarse en 2020, pero el escenario cambió radicalmente con el coronavirus.
Los sectores más afectados serán el turismo, el comercio, los precios de las materias primas, los mercados financieros y el empleo, de acuerdo con analistas y expertos consultados por la AP.
Por la disminución de la actividad de varios de los principales socios de la región, como China en el caso de Chile, Perú y Brasil, el valor de las exportaciones regionales podría caer hasta un 10,7%, de acuerdo con estimaciones de la CEPAL.
La caída de la demanda del turismo, en tanto, impactaría sobre todo al Caribe, con una contracción del 8% si la prohibición de viajes se extiende por un mes, del 17% si es por dos meses, o del 25% si es por tres meses.
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Los periodistas de la AP en Argentina, Almudena Calatrava; Bolivia, Carlos Valdez; Chile, Eva Vergara; México, María Verza; y Venezuela, Fabiola Sánchez, contribuyeron con esta nota.