RÍO DE JANEIRO (AP) — Desde que se detectó el nuevo coronavirus, diversas naciones han comenzado a imponer restricciones a los viajes y a cerrar sus fronteras para contener la pandemia. El intento más reciente de aplicar controles involucra un territorio más pequeño: el vecindario de Rocinha, en Río de Janeiro.
Rocinha, la favela más grande de Brasil donde según el último censo vivían unas 70.000 personas, tiene forma de cuenco, con casas de ladrillo sobre sus faldas y vista al océano Atlántico. Sus angostos callejones reducen el flujo de aire alrededor de las apiñadas viviendas, y el barrio, que carece de un sistema adecuado de drenaje, padece alta incidencia de tuberculosis. Es comprensible que sus habitantes estén deseosos de no importar otros patógenos.
Con eso en mente, Wallace Pereira da Silva, presidente de la asociación de residentes de Rocinha, dice que presentó una solicitud oficial el 13 de marzo ante la secretaría de turismo estatal para pedirle se prohíba el ingreso de extranjeros a la favela.
“De lo que tenemos más noticias es de que la enfermedad proviene de extranjeros, y eso nos preocupa”, afirmó Pereira da Silva en una entrevista. “Obviamente estamos tomando precauciones _lavándonos las manos, usando desinfectante de manos, etc._, pero para mí en lo personal, la mayor preocupación es que nos visiten extranjeros”.
La oficina de prensa de la secretaría de turismo no estaba disponible para confirmar la recepción del documento, al que The Associated Press tuvo acceso. Un equipo turístico en Rocinha contactado por la AP no respondió las preguntas acerca de si tenía autorización para guiar a extranjeros o si aún lo hacía, y pidió hacérselas a Pereira da Silva.
Las favelas de Río se han granjeado un aura de misticismo, con una cultura vibrante y paisajes privilegiados, pero al mismo tiempo azotadas por el narcotráfico y la pobreza, según muestran las cintas Elite Squad y la ganadora del Oscar Black Orpheus, entre otras. Los turistas suelen incluir una visita a una favela en su plan de viaje, ya sea por su cuenta, en un recorrido a pie con un guía local, o en camionetas tipo safari, las cuales han sido ampliamente criticadas de ser deshumanizantes. Rocinha, ubicada cerca de los hoteles de los barrios Ipanema y Copacabana, es un destino común.
Otros sitios turísticos en Río de Janeiro también empiezan a estar bajo la atención de las autoridades sanitarias. Bomberos estatales en tres camiones se estacionaron el lunes junto a las aceras de las playas turísticas de Leblon, Ipanema y Copacabana para difundir una grabación de audio en la que se exhortaba a los bañistas a retirarse para evitar que aumenten los contagios. Los camiones volverán el martes.
El gobernador estatal también publicará un decreto en el que prohibirá las visitas a ciertos destinos turísticos durante 15 días, según la oficina de prensa de la secretaría de turismo. Eso incluye el cerro Pan de Azúcar y el Cristo Redentor, donde los visitantes se aglutinan para tomarse selfis con la famosa estatua de fondo. Excepto por esos dos montes, algunas de las mejores ubicaciones en Río para disfrutar de una hermosa vista de la ciudad están en las favelas de las colinas.
En Brasil se han registrado 234 casos del coronavirus, con contagios a nivel local confirmados en Río de Janeiro, Sao Paulo y el estado Bahía, según el ministerio de salud. Hay otros 2.000 posibles casos en todo el país.
En la mayoría de la gente, el virus sólo provoca síntomas moderados, como por ejemplo fiebre y tos. En algunas personas, en especial los adultos mayores e individuos con otros problemas de salud, puede generar enfermedades más graves, incluyendo neumonía y la muerte. La mayoría de la gente se recupera.
Rocinha y favelas similares tienen una “elevada complejidad geométrica” que incluye callejones serpenteantes y enormes escaleras, según Washington Fajardo, asesor especial del alcalde previo sobre problemas urbanos e investigador visitante de políticas de vivienda en la Universidad de Harvard. Eso le dificulta a los profesionales médicos recoger a un paciente enfermo en la cima de la colina en caso de una emergencia.
Con una densidad de población y una geografía tan extremas, la relativa vulnerabilidad de las favelas significa que hay cierta lógica en la idea de impedir el ingreso de turistas, afirmó Paulo Brandão, virólogo en la Universidad de Sao Paulo especializado en los coronavirus. Sin embargo, una medida así se ve socavada en parte por el hecho de que ya comenzó a darse la transmisión del virus a nivel local, agregó.