Tras 43 años de funcionamiento, Francia iniciará el sábado el cierre de su central nuclear más antigua, el primero de una serie de desmantelamientos de reactores en un país considerado como la plaza fuerte de la energía atómica en Europa.
Apagar los dos reactores de la central de Fessenheim, ubicada del otro lado del río Rin, en la frontera con Alemania y Suiza, se convirtió en un objetivo clave de los activistas antinucleares después de la catástrofe de Fukushima, en Japón, en 2011.
Para los expertos, las normas de construcción y seguridad de esta central terminada en 1977 eran muy inferiores a las de Fukushima, e incluso algunos estimaron que se habían subestimado los riesgos sísmicos y de inundaciones en la región de Alsacia (este).
A pesar de la promesa del expresidente François Hollande (2012-2017), pocos meses después de Fukushima, de cerrar la planta, no fue hasta el año pasado que el gobierno del presidente Emmanuel Macron dio la luz verde definitiva a su desmantelamiento progresivo.
El reactor número uno parará a las 2H30 (1H30 GMT) del sábado y el número dos, el 30 de junio, aunque pasarán varios meses antes de que se enfríen y se pueda empezar a retirar el combustible usado.
"Esto marca un primer paso en la estrategia energética de Francia para reequilibrar gradualmente las fuentes de electricidad nuclear y renovable, mientras se reducen las emisiones de carbono mediante el cierre de las plantas de carbón para el año 2022", dijo el primer ministro Edouard Philippe en una declaración el miércoles.
Pese a este cierre, el parque nuclear francés, que suministra el 70% de la electricidad producida en el país - un récord - seguirá siendo el segundo más importante del mundo, detrás del de Estados Unidos, que tiene 98 reactores.
Después del desmantelamiento de su central más antigua, Francia tendrá un total de 56 reactores nucleares con una capacidad de generación combinada de unos 61.000 megavatios (MW).
- 'Cero carbono' -
Pocos meses después de su elección en 2017, Emmanuel Macron enfureció a los ecologistas al retrasar de 10 años - hasta 2035 - el objetivo de reducir de mitad el peso de la energía nuclear en Francia.
El mandatario francés defiende el uso de lo que llama energía nuclear "cero carbono" en las próximas décadas, lo que lo pone en desacuerdo con el gigante de la UE, Alemania, que abandonó la energía nuclear tras el desastre de Fukushima.
"Pretender que aceleremos el cierre de las plantas nucleares nos obligaría a reabrir las plantas de carbón en los próximos años", dijo Macron en la COP23 en Bonn en 2017.
El gobierno confirmó en enero que pretende cerrar 12 reactores más que se acercan o superan su límite de edad original de 40 años para el 2035.
Paralelamente, la eléctrica estatal EDF trabaja para poner en funcionamiento su primer reactor de próxima generación en 2022, un proyecto que acumula retrasos y contratiempos desde su lanzamiento hace 15 años.
El gobierno ha anunciado también inversiones en la producción de biogás y energía eólica, aunque los activistas del clima dicen que Francia debería apuntar mucho más alto.
"Se han tomado medidas en esta dirección, pero siguen siendo insuficientes", dijo Greenpeace Francia esta semana.
- Vecinos inquietos -
Pese a que compran una parte de su electricidad a Fessenheim, Alemania y Suiza llevan años pidiendo en cierre de esta planta fronteriza, sobre todo tras una serie de incidentes y fallos de seguridad en la planta.
Los estándares de operación en Fessenheim "están muy por debajo de los requerimientos actuales", dijo a la AFP Christian Kuppers, un físico nuclear del Oko-Institut en Darmstadt, Alemania.
Además de los riesgos de terremotos e inundaciones, señala que Fessenheim no fue construida para soportar la amenaza de que los terroristas provocaran una fusión al estrellar un avión en el lugar.
"Todas las plantas nucleares son potencialmente muy peligrosas", dijo Marco Greiner, portavoz del gobierno de la ciudad de Basilea, uno de los varios municipios suizos que han exigido el cierre de Fessenheim.
El gobierno francés también podría enfrentar más resistencia interna, con encuestas que muestran una creciente resistencia de la población contra esta tecnología.
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